El encierro de tres años en la sede de los sindicatos concluyó el pasado 29 de diciembre- A. V. La plantilla no entiende por qué Zona Franca compró el suelo de Altadis y la Junta no hizo nada por los terrenos de la factoría
El último episodio de Delphi en nuestro país se vivió el año pasado por estas fechas cuando la multinacional cerró su planta de Sant Cugat del Valles y despidió a 500 trabajadores. La diferencia con Cádiz es que en Cataluña la plantilla no permitió la entrada en el conflicto de los políticos.
Una década después de aquel terremoto laboral la situación sigue igual o peor. De la docena de empresas que anunció la Junta que llegarían a la Bahía para paliar el efecto de Delphi solo una se mantiene con vida y gracias a una inyección de dinero público y a un posterior rescate. Se trata de la aeronáutica Alestis, un invento de la Junta en 2008 para fortalecer el tejido aeronáutico andaluz.
Inversiones fallidas
Alestis absorbió a unos 350 empleados de Delphi y logró de manera milagrosa en un tiempo récord dos grandes contratos de Airbus. La compañía, impulsada, amparada y participada por la Junta hizo aguas en 2012 y fue Airbus quien le echó un flotador de 120 millones de euros.
La segunda inversión que llegó a Cádiz para cubrir el cierre de Delphi fue Gadir Solar, una empresa especializada en la fabricación de placas solares que, pese a todo, cerró sus puertas un año después ante la imposibilidad de hacer frente a los nuevos mercados y a la crisis de las renovables. Gadir Solar contrató a un centenar de exdelphis, que vieron frustrado nuevamente su futuro laboral con el cierre de la empresa.
Las sentencias del TSJA dejaron en fuera de juego al colectivo en sus reivindicaciones a la Junta
La estrategia de Delphi en esta última década ha estado encaminada hacia la deslocalización de sus factorías en la Europa Occidental en favor de economías emergentes con menos costes. Las plantas polacas de Krosno y Tychy recibieron la producción de columnas de dirección, embragues y rodamientos de Puerto Real, mientras que la de Tánger se especializó en el cableado de paneles que se hacía en la planta de Tarazona (Zaragoza), cerrada también en 2007. A esta le siguió Belchite y el año pasado le tocó el turno a la de Sant Cugat. La multinacional solo conserva en España tres factorías, pero de tamaño pequeño.
LA VOZ pudo comprobar en su momento y a raíz de datos facilitados por ingenieros de la planta gaditana que la dirección de Delphi tenía muy claro que no iba a pagar sobrecostes de producción cuando había países que lo hacían por menos de la mitad. El coste de una hora de producción en la planta gaditana superaba los 150 euros frente a los 16 de Marruecos o los 80 euros de Polonia.
El cierre de la planta de Puerto Real se gestó en 2005 cuando el gigante de la automoción entró en quiebra y obligó a restructurar toda su organización internacional. La planta gaditana dejó de ser rentable para los intereses de la multinacional después de casi 30 años de trabajo y ser un referente en el sector. Así, en marzo de 2006, un año antes de consumarse el cierre, la dirección de Delphi planteó tres posibilidades sobre la planta gaditana: venta, cierre o consorcio. Finalmente, se optó por la más traumática.
De esta forma, la compañía estadounidense provisionó 120 millones de euros para el pago de indemnizaciones de los 1.900 trabajadores gaditanos que iba a despedir. La dirección de la compañía fijó en Polonia su nuevo ciclo de actividad. Poco a poco, la multinacional fue dibujando un nuevo mapa mundial en el que puso las bases de su modelo productivo. Es decir, la Europa desarrollada dejó de ser rentable para sus intereses y centró el tiro en los países que renacían tras la caída del muro de Berlín.
Fracaso político
Sin embargo, la gestión del cierre de la factoría de Puerto Real ha sido un fracaso político. La multinacional se llevó parte de la maquinaria de su planta en la Bahía a otros centros y dejó como aval las naves y los terrenos del complejo del Trocadero, pero esta cesión gratuita tenía trampa. El suelo industrial sobre el que se asentaba era un regalo envenenado. sDelphi, en situación de quiebra, dejó un agujero de más de diez millones de euros por impagos a sus proveedore. Este dinero nunca se recuperó y los afectados instaron al concurso de acreedores.
Delphi se fue de rositas de la Bahía. Los terrenos llevan ocho años inmersos en un litigio sin fin en el Juzgado de lo Mercantil. Los acreedores no cobran porque el terreno no se ha logrado vender. El juzgado, a instancias de los afectados, autorizó en 2015 la demolición de las naves con el fin de no generar más gastos, sin embargo, esta decisión recibió alegaciones y, de momento, la actuación se encuentra paralizada. El suelo tampoco ha servido para generar beneficios a favor del colectivo, que pensaba en ellos como una tabla de salvación en caso de venta o de implantación de una nueva factoría.
La multinacional trasladó la producción de PuertoReal a Marruecos y Polonia para reducir costes
Sin embargo, los extrabajadores se preguntan por qué Zona Franca ha pagado 35 millones de euros por el suelo de Altadis y la Junta no ha desembolsado los diez millones que adeudó Delphi y que hubieran servido para liberar los terrenos del concurso de acreedores .
Diez años después del cierre, aún quedan 420 extrabajadores reclamando un empleo. Delphi es un ejemplo de fracaso político. Este miércoles han convocado una concentración ante la factoría.