Extrabajadores de Delphi, en una de las protestas llevadas a cabo en la puerta de la factoría contra su derribo
Extrabajadores de Delphi, en una de las protestas llevadas a cabo en la puerta de la factoría contra su derribo - A. V.
X ANVIERSARIO DEL CIERRE DE DELPHI

Diez años de un tsunami laboral

El cierre de la factoría de Delphi cumple su décimo aniversario entre el recuerdo y el olvido

Medio millar de trabajadores, de los 1.900 despedidos, sobrevive sin protección alguna y con el handicap de la edad para la recolocación

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El décimo aniversario del cierre de Delphi ha pillado a José Rojas en Bilbao. Nunca imaginó que daría con sus huesos en el País Vasco trabajando de calorifugador, una rama del metal que consiste en el aislamiento térmico de tuberías. Tiene suerte de contar con un empleo a más de 1.000 kilómetros de su Cádiz natal pero, desde luego, no es oro todo lo que reluce. José Rojas era un operario más en la factoría puertorrealeña y desde su cerrojazo, el 22 de febrero de 2007, ha estado de un lado para otro sin un trabajo fijo y a salto de mata entre cursos de formación. Ahora tiene un contrato temporal por dos meses. Vive el presente y no puede, por ahora, planificar su futuro.

La historia de los extrabajadores de Delphi es idéntica a la que viven los más de 50.000 parados de larga duración que tiene la provincia. La edad se ha convertido en un handicap para volver al mercado laboral. Ninguno de ellos está para Carnaval.

Este miércoles se cumplen diez años de aquel tsunamí laboral que asoló a la Bahía marcando un antes y un después en la industria gaditana. Desde entonces, nada ha sido igual. El cierre de Delphi dejó a 1.900 trabajadores directos en la calle y una herida que, pese a todo, no se ha cerrado. El tiempo ha puesto de manifiesto que la gestión política de este terremoto industrial ha sido funesta y en el camino ha brotado la corrupción, el despilfarro y, sobre todo, el incumplimiento de una serie de promesas que se hicieron en vísperas electorales. Matías Góngora, antiguo trabajador, hoy prejubilado, insiste en que Delphi es sinónimo de un «engaño político».

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