OPERACIÓN SOPHIA

«En dos bolsillos del pantalón llevan toda su vida»

Cuatro militares de la fragata ‘Santa María’, desplegada en la operación ‘Sophia’, cuentan su experiencia rescatando a personas en el Mediterráneo

Momento en el que una de las lanchas de la ‘Santa María’ se acerca a rescatar a los migrantes. LA VOZ

VERÓNICA SÁNCHEZ

Al marinero José Rendón nunca se le olvidará el momento en el que cogió en sus brazos, en medio de las frías aguas del Mediterráneo, a un bebé de un mes . Situado en primera línea de la zodiac, este nadador de salvamento y rescate se enfrentaba a su primer rescate de migrantes en alta mar. Y al tiempo que tomaba al pequeño, para salvarlo de una muerte más que probable, no dejaba de pensar en sus hijos, de cinco años y 18 meses que, en ese mismo momento, estarían durmiendo apaciblemente en su casa de Jerez.

Fue el pasado 26 de diciembre, cuando la fragata ‘Santa María’, que había partido de la Base Naval de Rota 20 días antes para incorporarse a la operación ‘Sophia’, realizaba su primer rescate de personas frente a las costas de Libia . «Recibimos la llamada para comunicarnos que había dos embarcaciones de madera a la deriva», explica el alférez de navío Javier Yrayzoz. Y las Fuerzas Armadas españolas desplegadas en la zona se pusieron en marcha. Primero, un avión del Ejército del Aire localizó a las pateras, acto seguido, las dos embarcaciones semirrígidas rápidas salían de la fragata hacia ellas.

Que no caigan al agua

«Era de noche cuando llegamos», cuenta Yrayzoz, oficial del trozo de visita y registro, es decir, el equipo encargado de acudir en vanguardia cuando se produce un evento SOLAS (asistencia a migrantes). Se encontraron dos embarcaciones atadas por un cabo y fondeadas fuera de las costas de Libia. El procedimiento está definido y es claro: mientras en la primera semirrígida, en la que van los nadadores y el oficial, reparten chalecos salvavidas e intentan tranquilizar a los migrantes para que no pierdan la calma y no caigan al agua, en la segunda lancha, el Equipo EOS de Infantería de Marina da seguridad en la operación. Después, van pasando desde la patera a la embarcación de la Armada primero los niños, tras ellos los enfermos y mujeres y, por último, los varones sanos. «Vienen en muy malas condiciones», señala este gaditano, que salió hace un año y medio de la Escuela Naval Militar y ya lleva dos misiones internacionales. «Hay que transmitirles tranquilidad, porque lo más importante es que no caigan al agua», cuenta. De ahí al buque. Pero el día 26 recibieron otro aviso y el proceso comenzó de nuevo. En total, rescataron a 236 personas de tres embarcaciones, entre ellas, 11 niños.

De izquierda a derecha: alférez de navío Yrayzoz, sargento Espinosa y marinero Rendón.-L.V.

Antes de subir al barco, el isleño Samuel Espinosa, les realiza un cacheo superficial «por si portan algún objeto que pueda ocasionar daños dentro del buque, como un mechero, por ejemplo. Si llevan algo se envuelve y se les devuelve cuando desembarcan», explica este sargento, a la sazón suboficial del trozo de visita y registro. «Ves cómo tienen toda su vida en dos bolsillos de la chaqueta o del pantalón», cuenta emocionado. «Llevan lo más valioso para ellos: un teléfono móvil, la foto de su familia y, en muchas ocasiones, una Biblia» .

Para el sargento Espinosa es su primera misión y dentro de la fragata está destinado en el Centro de Información y Combate (CIC), donde se maneja, recoge y clasifica la información de la operación. Asegura que, a pesar del intenso adiestramiento que realizan antes de desplegar, «cuando lo vives es diferente». «Impresiona ver cómo niños de entre 10 y 15 años cuando suben a la fragata se arrodillan y besan el suelo», declara. No obstante, recalca, «esta es una pequeña parte del trabajo que hacemos», al tiempo que señala que «los problemas y la seguridad de España no solo están en sus fronteras, sino también lejos del país» .

El valor de las cosas

El cabo primero Israel Fernández es supervisor de vigilancia del puente de mando, los «ojos del buque» desde donde se coordina el rescate cuando reciben la llamada del centro de operaciones. Desde ese momento, hasta que llegan a la zona en la que se encuentra la embarcación con los migrantes, transcurren dos horas. En ese tiempo, «avisamos a la dotación, que tiene muy claras sus funciones, además, en el barco siempre está todo alistado» . Asimismo, durante el rescate se encargan de «tener el primer contacto con las embarcaciones» que van a la zona, «que nos van informando de lo que se encuentran», explica este marino de Talavera de la Reina (Toledo) que vive desde hace más de 15 años en Cádiz.

A pesar de llevar «bastantes aguas navegadas», para el cabo primero Fernández la operación ‘Sophia’ es diferente. «Lo primero que te choca es cuánto valoran ellos (los migrantes) las cosas, con lo poco que alguien es feliz. Nosotros lo tenemos todo y no estamos mentalizados de lo que otros pasan », cuenta desde el Mediterráneo.

Aún les quedan cuatro meses de misión por delante y saben que vendrán más rescates, más niños, más miedo, pero también más esperanza y más salvar vidas en la mar. Mientras, luchan para acabar con el tráfico ilegal de personas en esta zona, objetivo fundamental de la operación ‘Sophia’.

Pero en su retina siempre permanecerá ese primer rescate . La enorme sonrisa que uno de los niños le regaló al alférez de navío Yrayzoz cuando éste le dio unos zapatos ya a bordo de la ‘Santa María’. O la mirada del pequeño al marinero Rendón, en el preciso momento en el que, tras el rescate, volvió a encontrarse con su madre.

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