Editorial

Eulogio y Teresa

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La vi por primera vez en una fotografía gélida, congelada en el tiempo y el espacio; un cuadro hiperrealista de esos que hace normalmente Eulogio García Romero, el hábil retratista de la perilla y el zoom, siempre dispuesto y preparado a enfocar una incoherencia o una contradicción en un político. Decía que la vi en una imagen de lo menos diez píxeles, la dentadura perfecta -quizás una muesca picarona en la paleta-, gritando una consigna, mientras sujetaba con la diestra el micro de un megáfono. Curiosamente, el pájaro viejo de Eulogio fijó el centro del encuadre en un pendiente: una lágrima grande y amarilla que absorbe la atención del observador. En otra diapositiva diferente se la ve en el Parlamento Europeo, con cara atenta de sospechar. Una fiera amazona de la izquierda anticapitalista, protegido su terso cuello por un pañuelo sedoso y puede que vaporoso, al estilo palestino pero sin mácula roja, como los que desgraciadamente están ahora de moda. Dos imágenes, dos espejos. La cristalización de la idealización.

No tengo el placer de conocer personalmente a Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez, roteña, número 2 de la lista de Podemos al Parlamento Europeo. Esta profesora de educación secundaria se ha autodenominado como «una mujer pegada a un megáfono». Reconozco que me pueden las primeras impresiones -quizás por ser mitad meigo, mitad psicólogo, mitad hembra- y por ello me fijé en esta fémina de treinta y tres años (la edad con que dicen murió Cristo): Tiene una belleza aguerrida que sin embargo me gustó menos que el peligro adivinado en su negra mirada, fruto de luchar por lo justo. Lo que ella piensa que es justo.

No había detectado en Teresa el notorio afán protagonista de Pablo Iglesias. Cuando la parlamentaria dijo que iba a donar lo que excediera de su sueldo como funcionaria porque ella no estaba en política para forrarse (como otros), pensé que era coherente y solidaria. Y me agradó. Supuse que iría entregando cada mes su sueldo a diferentes entidades y colectivos necesitados, como Cáritas o la APDH, pero no podía imaginar que convocaría una rueda de prensa para oficializar la entrega del excedente en forma de cheque, tal vez, como si aquello fuera El precio justo. Respeto a Teresa Rodríguez-Rubio por lo que ha hecho -no así a Pablo Iglesias, que regala su sueldo al programa de televisión de su propia productora-pero ese sarao fue el típico de un politicabestro de la casta que denuncia. Evaporó la imagen idealizada que poseía de ella: mi decepción en una fotografía posada en el ojo de Eulogio. Sí, de ésos, de los que tienen perilla y zoom. Los que nacieron luchadores. ¿Como Teresa?