Tribuna

La Catedral y la protección de sus bienes

PRESIDENTE DE CÁDIZ ILUSTRADA Actualizado: Guardar
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Reja, cúpula, seguridad, iluminación, son términos que han salido a debate en los últimos meses cada vez que se ha hablado del mayor monumento religioso de Cádiz. Sin embargo, nadie se hace eco de la falta de protección de los bienes muebles que alberga su interior. Ésta necesidad se puso en conocimiento público por Cádiz Ilustrada en la mesa redonda sobre la terminación de la Catedral que tuvo lugar en el Ateneo el 20 de octubre del pasado año. Pero ante el silencio provocador de la Delegación de Cultura, que además se negó a asistir a dicho acto, nos parece oportuno manifestar a través de este medio la falta de interés en la conservación y protección de la Catedral por parte de la Administración competente.

Se hace preciso recordar que la Catedral fue declarada Patrimonio Nacional en 1931, hoy día equivalente a la protección de Bien de Interés Cultural establecida por la ley de Patrimonio Histórico Español de 1985. En dicha ley se plantea la necesidad de llevar a cabo el catálogo de los bienes culturales comprendidos en los monumentos que gocen de esta protección de BIC (bien de interés cultural). Y si bien sabemos que dicho catálogo fue elaborado por el profesor y catedrático de la UCA, Fernando Pérez Mulet en 1995, aunque no se pudieron acceder a todas las dependencias, también sabemos por declaraciones propias de la Delegación de Cultura que a día de hoy, después de quince años, el documento no está homologado y por tanto, a efectos jurídicos no tiene validez.

Es vergonzoso que, con motivo de la puesta en marcha del Plan de Catedrales de Andalucía iniciado en 1988, todas las catedrales andaluzas tengan un catálogo actualizado de sus bienes muebles menos la de Cádiz. El ejemplo gaditano demuestra una vez más que de nada nos sirve tener leyes muy bien redactadas si no son efectivas y nadie vela por su cumplimiento. Precisamente, la última ley de Patrimonio Histórico Andaluz contempla la existencia de un cuerpo de inspección de patrimonio para estos casos y sin embargo, brilla por su ausencia.

Por esta irresponsabilidad de la Delegación de Cultura sobre el patrimonio, tenemos que ver imágenes del siglo XVIII arrumbadas en la cripta de la Catedral con unas condiciones nefastas para su conservación, o que a finales de los años noventa se trasladaran a la iglesia de San Paulino de Barbate dos ángeles de La Roldana, que al igual que los santos anteriormente citados, procedían del Monumento del Jueves Santo. Asimismo, la inexistencia de un catálogo homologado exime a la Administración de su obligación por hacer un seguimiento riguroso a cualquier intervención que se haga sobre obras de valor histórico-artístico, como ha ocurrido con numerosas piezas suntuarias que han caído en manos no profesionales de la restauración. Si no se hacen intervenciones rigurosas, estos bienes están destinados a perderse para siempre, ya que las malas restauraciones son irreversibles.

Sin embargo, si alguien va a la Delegación de Cultura preguntando por estas irregularidades enseguida ponen cara de desconcierto y se apresuran a decir que ellos supervisan todas las actuaciones que se hacen en la Catedral. Pero esto no es cierto y a las pruebas me remito. Un paradigmático ejemplo lo tenemos en la intervención de la Cruz procesional de Juan de Arfe, una de las piezas más antiguas del tesoro catedralicio que se fecha en el s. XVI. Estando esta "restauración" en conocimiento de la Delegación de Cultura, ésta se negó a hacer seguimiento alguno excusándose de no poder hacer nada por no estar incluida en un inventario de bienes muebles ya que la declaración de Bien de Interés Cultural era muy antigua y sólo contemplaba el inmueble. De este modo, tampoco hicieron nada ante la instalación de la megafonía para la cual horadaron los pilares marmóreos de la nave central, el altar y trascoro. El último caso lo tenemos en un caso conocido por la prensa, la retirada de cuatro campanas de la Torre de Levante. Y es que parece ser que son mucho más importantes las campanas, hechas en un material resistente, que las artes suntuarias o la imaginería en madera policromada. Yo aquí veo claramente que en la Administración importa mucho más las intervenciones aparatosas que están a la vista de todo el mundo que lo realmente importante.

Lastimosamente, esta falta de control no recae solamente sobre la Catedral. En otros templos de la ciudad estamos viendo la desaparición de importantes piezas artísticas, como en el caso del Convento de San Francisco, de donde se están llevando ornamentos litúrgicos de gran valor al museo que ha montado la Orden en Chipiona, que por cierto, sólo abre los viernes a las cinco de la tarde y para mayor indignación de los gaditanos, han colocado los bordados de Cádiz bajo una claraboya desde la cual les incide la luz cenital. A esto se le llama conservación preventiva. Esperemos que se retracten de llevarse también las túnicas bordadas de s. XVIII que hemos visto lucir a San Francisco de Asís y San Diego de Alcalá.