Tribuna

Investigadores, la amenaza del lince ibérico

EX VOCAL DEL PATRONATO DEL PARQUE NACIONAL DE DOÑANA Actualizado: Guardar
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La Asociación Asanda acaba de denunciar ante el Seprona la muerte, en Doñana, de tres linces envenenados y la intoxicación de otros 22. Todos los indicios apuntan a la ingestión de una dieta inadecuada suministrada por el equipo de investigación, que les ha provocado problemas irreversibles en el riñón.

Primero fue la llamada leucemia felina, luego la tuberculosis, también felina, y ahora se trata de esa «misteriosa enfermedad renal», introducida por sus supuestos cuidadores, la que está acabando con los linces que permanecían cautivos para ser sometidos a un programa de cría en cautividad; es decir: los últimos linces de la Península Ibérica. No se habían percatado de que esta enfermedad no aquejaba a los ejemplares que viven en libertad.

El lince, un ser libre acostumbrado a recorrer a diario grandes distancias, no soporta las duras condiciones de cautividad que se le imponen. Y esto es de manual. Un lince enjaulado entra en una profunda depresión que le produce una bajada de defensas y le hace desarrollar distintas enfermedades que no padecen los linces libres. Y no hay que ser biólogo ni veterinario para entenderlo: la enfermedad que aqueja a los linces desde hace tres décadas son los investigadores.

Caracortada quedó ciego durante su captura, en la Sierra de Andújar, el 17 de julio de 2002, cuando contaba con 14 meses de edad. Murió a principios de 2003, dentro de una jaula, tras ser diagnosticado de tuberculosis. Había nacido libre y estaba sano hasta que tuvo la desgracia de ser capturado. Pero antes y después de él hay una larga lista de muertes inadmisibles: Acebuche, Maki, Wary, Nuria, Auriga, Rómulo, Alba, Román, Understand, Mary Angeles, Domingo, Javitxu, Carlos, Elsa, Escarlata, Borja, Garfio, Bárbaro. ¿A qué seguir?

El 'lobby' del lince va en aumento mientras la población de este felino decrece. El tinglado económico es de tal envergadura que, como en el caso del ladrillo, será difícil desmontarlo. Así, el Plan de Acción para la Cría en Cautividad cuenta con una directora técnica del programa 'ex situ' (que acaba de dimitir, y no es para menos), un coordinador del comité de coordinación, responsables de áreas de manejo, aspectos genéticos, aspectos sanitarios, fisiología reproductora, investigación 'in situ', estrategia nacional, estrategia portuguesa, Ministerio de M.A. Un coordinador del programa en Andalucía, otro en Extremadura, otro en Castilla-La Mancha, otro en Portugal.Y representantes de los centros de cría, empleados de los mismos, asesores nacionales e internacionales, biólogos, veterinarios, paisajistas, jardineros, tramperos, fotógrafos, ayudantes de laboratorio.Y otra legión de empleados de distintas sociedades y fundaciones que se dedican a obtener dinero de la ubre del lince. Los escasos linces ibéricos que quedan soportan sobre sus débiles lomos un ejército de parásitos.

El dinero fluye como un río. Subvenciones multimillonarias de las distintas administraciones y de numerosas empresas públicas y privadas, como la Caixa, el MEC, Tecnomasa, Glaxo Welcome, J.A., Egmasa, Tragsa, Iberdrola, Cepsa, BP., etc. (26.860.000, 15.740.000, 30.000.000, 20.000.000 pesetas., 64.789 euros, 35.000 euros, etc., etc.). Y programas cofinanciados por el Feoga, con diferentes partidas (119.000 euros, 95.000 euros, 482.561 euros, 48.080 euros.), el MMA (186.875 euros), o los fondos Life (en los últimos años, 30.000.000 euros, mas otros 26.000.000 euros, para cría en cautividad)

Dinero para destruir al lince ibérico, ya prácticamente desaparecido en Doñana, dinero para reintroducirlo en donde lo hicieron desaparecer. El territorio de Doñana fue minado con cepos Víctor, de fabricación norteamericana, que dejaron lesionados o mutilados al 60 % de los linces capturados con ellos, finalmente prohibidos. Pero continúan capturándolos, ahora con otro tipo de trampas, y marcándolos, extrayéndoles sangre, persiguiéndolos, acosándolos, robando sus cachorros, lastrándolos con collares coloreados provistos de antena, que les impiden la caza, etc., ahora por cotos y fincas privadas. Porque la extinción del lince genera numerosos currículos, tesis, publicaciones por centenares (sobre la saliva, el esperma, los intestinos, las mucosidades, los ojos, los excrementos, el apareamiento, la reproducción, los cachorros. del lince), conferencias, viajes.y mucho dinero, desde hace más de 30 años.

Los proyectos con el lince como protagonista nunca finalizan. Cuando los Fondos Life se condicionaron a planes de conservación, y no a investigación, sacaron de la chistera el denominado «Programa de Conservación 'Ex-Situ'», o sea, la supuesta «cría en cautividad», consistente en robar linces de las camadas que aún sobreviven en cotos de caza y fincas privadas para utilizarlos como reproductores. Olvidando no sólo que el lince no soporta la cautividad, sino que, además, un lince nacido en estas condiciones, de una madre cautiva, no puede aprender las pautas de comportamiento de sus progenitores que le permitan sobrevivir en libertad: jugar, campear, cazar, defenderse en la naturaleza..

La supervivencia del lince exige la retirada de las subvenciones y el cese inmediato de toda esta cuadrilla de incompetentes y oportunistas. Y, desde luego, la liberación de todos los linces cautivos. Porque tienen derecho a vivir en paz y porque el tema sangra.