NADANDO CON CHOCOS

LAS DAMAS

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Las veo en una fotografía. Con sus camisetas blancas y sus flores en la mano. Salen de un portal de una casa con los brazos en alto, gritando, sonriendo como un torrente de dignidad frágil y decidida. Como una canción frente al vocerío matón y los brazos retorcidos en las espaldas. Las veo y tienen en su gesto algo de 'La Liberté' de Delacroix, saltando sobre las barricadas hechas cadáveres del Antiguo Régimen, aquella figura descotada con los pechos al aire que llevaba la tricolor en la mano derecha. Ellas portan flores, como una poesía de lo nuevo.

Son las Damas de Blanco, las 'libertés' de Cuba, pequeñas amas de casa convertidas en escuadrones de la racionalidad del ser humano. De Ilustración. Son ellas la guerrilla contra el oscurantismo y el musgo de las cárceles de Castro en las que se pudren los Setenta y cinco que osaron hablar.

Con esas camisetas de luz cegadora, esos pechos y esos peinados de amas de casa, ellas son la cara de la Revolución Cubana, la de hoy, la que vibra contra el viejo gobierno de difuntos y flores, de dictaduras perfectas frente a las democracias imperfectas, dijo Robert Guerra.

Ha pasado mucho tiempo. Vayan al mar el pasado y las posturas y los «yo dije». Sigan aquellas lecciones de la propia Cuba. Olviden las ideologías, despejen la ecuación... En el Malecón, en el Campo del Sur y en el Boulevard de San Sebastián, el mínimo común múltiplo de nuestra sociedad es, ha sido y será la libertad.

Por eso vamos con ellas a la calle, de nuevo muriendo de pie antes que vivir de rodillas, una vez más y otra sobre las barricadas de nuestros estereotipos y de los tiranos. Vamos con una flor tras ellas a sostenerlas en su Revolución. Otra vez la Revolución.