Tribuna

¿Qué teme Zapatero de Marruecos?

DIPUTADO NACIONAL DEL PP POR CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Muy importante debe ser la causa del temor para que el gobierno español esté totalmente entregado y sumiso a Marruecos, dando una penosa imagen de servilismo y supeditación, no acorde con la historia y el potencial de ambas naciones ni con lo que han sido tradicionalmente sus relaciones diplomáticas. Desde que llegó Zapatero se trata de evitar a toda costa que Marruecos se soliviante y pueda utilizar aquello que conoce y sabe que puede ser demoledor.

De no ser así no se entendería la patética actitud del gobierno español, que se desvive por resaltar públicamente la amistad y buenas relaciones entre los dos gobiernos, que se pueden comprobar en dirección España-Marruecos pero no al contrario y nunca se lo hemos oído al gobierno marroquí. Es significativo que el primer viaje oficial de Zapatero como presidente del Gobierno fuese a Marruecos. También lo es que España transige en todo y Marruecos en nada, estando en una actitud de prepotencia, superioridad y exigencia como nunca había tenido con España, salvo cuando aprovechó la debilidad de nuestro gobierno, durante la enfermedad de Franco, y lanzó la Marcha Verde para tratar de anexionarse el Sáhara. Ni aún así consiguió Marruecos el apoyo de los gobiernos posteriores de la UCD con Suárez y Calvo Sotelo, del PSOE con Felipe González, ni del PP con Aznar, que siempre han mantenido una postura única y firme de apoyo al pueblo saharaui, a sus representantes del Frente Polisario y a su derecho a la autodeterminación.

Esta postura firme y unánime de los gobiernos españoles de todo signo se ha quebrado con la llegada de Zapatero al poder, donde Marruecos ha encontrado otro momento de debilidad española que también trata de aprovechar. Lo intentó con Aznar y se le dio la respuesta, testimonial pero firme y suficiente, del islote de Perejil y ahí se acabaron los intentos.

Ahora nuestro gobierno perjudica a los agricultores españoles al permitir que excedan las cuotas autorizadas de los productos agrarios marroquíes, competencia directa de los nuestros. Incomprensiblemente se aceptó un acuerdo de pesca que reservó para Marruecos las especies más rentables y las mejores zonas de pesca y para nosotros reducir nuestra flota de 470 a 100 barcos, además de imponernos unos flecos técnicos a las condiciones de pesca que impiden la rentabilidad esperada por nuestra flota. Por el contrario nuestro gobierno está haciendo la vista gorda ante la pesca ilegal de 120 barcos marroquíes en zona no permitida y con artes prohibidas en la reserva marina de Alboran.

Es muy preocupante la actitud de Marruecos con respecto a Ceuta y Melilla y más aún la nula reacción de nuestro gobierno cuando Marruecos retiró a su embajador y tachó de «inoportuna y de provocación inadmisible» la visita de los Reyes a nuestras ciudades, que son españolas desde 1.497 y 1.581, cuando el Marruecos actual nació en 1.956, es decir, 559 y 375 años después. Con Zapatero hemos tenido que aumentar la fortificación de las fronteras de Ceuta y Melilla y pagarles una fortuna a los marroquíes, además de todo tipo de vehículos y barcos, para que contengan las salidas de pateras desde sus costas.

Aumenta la preocupación con la actitud de Moratinos, que parece más interesado en comprender las razones de Marruecos para defender la marroquinización de Ceuta y Melilla que en defender la soberanía nacional. Ahora, con motivo de la presidencia española de la U.E., un nuevo revés para las dos ciudades que reclamaban, como fue pactado entre PSOE Y PP, que se les considere su equivalencia a las regiones ultraperiféricas europeas. Pues bien, nuestro gobierno las ha dejado fuera de la agenda para no molestar a Marruecos.

El último retrato del gobierno español es el asunto de la activista saharaui Haidar, en el que de nuevo y para no enfrentarse a Marruecos, acepta y trata de resolver un problema que no le afecta, involucrándose en una serie de ilegalidades que no resuelven la situación y que nos hace quedar por debajo de un Marruecos inflexible que nos desmiente y pone en ridículo.

El gobierno en vez de presionar a Marruecos, que es quien ha propiciado el conflicto, lo hace al Frente Polisario, al que amenazan con revisar las relaciones si la activista no abandona la huelga de hambre. De nuevo no molestar a Marruecos que corresponde burlándose de nuestro gobierno no autorizando el permiso para el aterrizaje del avión al que llegaron incluso a subir y acondicionar a Haidar.

Sabemos que Marruecos no colabora ni realiza todo el control antiterrorista islamita que sería de desear entre dos gobiernos amigos.

También se sabe que en ese país estaban al corriente de la realización de una actuación en 2.004 para cambiar el signo del gobierno en España.

Y así podríamos seguir enumerando situaciones en el convencimiento de que ese miedo, ese no querer molestar, ese cambio de política exterior, ese trato preferencial, incluso por encima de nuestros propios intereses y esa sumisión impropia del grande al pequeño, tienen que estar motivados por una causa mayor que lo justifique. Si nada se teme, se debe cambiar de actitud. Si no lo hace, nadie nos podrá convencer que se actúa así por incapacidad, porque no es posible equivocarse tanto ni hacerlo tan mal. Si el gobierno no es capaz de ponerse en su sitio y sacudirse el temor quedaría demostrado que existe y que hay motivo para ello y entonces tendrán que dar muchas explicaciones.