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Puertas abiertas

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Seguro que la mayoría de ustedes han estado en Medina Sidonia, han probado los amarguillos de Las Trejas, visitado la Iglesia de Santa María y paseado por sus hermosas calles. ¿Y creen que conocen Medina? Si se dan una vuelta por allí este fin de semana comprobarán lo engañados que estaban. El Ayuntamiento organiza una campaña de puertas abiertas, con la que podrá asombrarse de los tesoros que se esconden tras sus puertas o celosías, en sus patios y terrazas, hasta podrá deleitarse con el misterio de un convento de clausura. Coincide en el tiempo con la llegada de un autobús itinerante a Arcos de la Frontera que muestra los interiores de La Pedrera, el emblemático edificio de Gaudí.

Ambas cosas me animan a proponer una reflexión acerca del legado arquitectónico y cultural que esconden las casapuertas de Cádiz en un momento en que el turismo se consolida como un sector que aporta riqueza y empleo a la ciudad. El casco histórico, nuestro principal patrimonio, está por fin completando su rehabilitación integral, un largo ciclo que comenzó hace 25 años y ha sumado muchísimos esfuerzos y recursos.

A pesar de que han aumentado los edificios, museos o torres abiertos al público, es mucho más lo que la ciudad puede ofrecer tanto público como privado. Los ejemplos de Medina y Barcelona son buenos exponentes de cómo poner en valor los patrimonios interiores haciéndolo compatible con el uso residencial de muchos de ellos.

La celebración del Bicentenario de La Pepa podría ser una ocasión para implementar progresivamente fórmulas flexibles que permitan ampliar la oferta del cada vez más importante turismo cultural. Desde las jornadas de puertas abiertas -mediante acuerdos puntuales con los propietarios- al señalamiento de rutas y servicios de guías cubiertos con personal voluntario; hasta los convenios para visitas permanentes en casas y torres miradores al modo en que Barcelona enseña sus maravillosas casas modernistas como La Pedrera o la casa Batlló.

Cádiz posee un patrimonio impresionante en sus patios y Torres Miradores. Mostrarlos en fechas señaladas con la ayuda del voluntariado que se prepara para los actos del Bicentenario debería ser suficiente para poner en marcha rutas por las casas palacio del XVIII y XIX o los patios de vecinos barrocos que se conservan. Y a buen seguro se podría conveniar con sus propietarios visitas programadas a joyas arquitectónicas de nuestra ciudad como La Bella Escondida, por ejemplo.

Por demás, esta ciudad sigue necesitando de casas-museo que permitan apreciar la aportación gaditana a la modernidad de España y disfrutar del refinamiento de la vida cotidiana de entonces, como hará posible la próxima ampliación del Museo Provincial en la Casa Pinillos.