LUCES Y SOMBRAS

Poder incuestionable

La permanencia prolongada en los cargos institucionales o partidarios conduce casi inevitablemente a la patrimonialización del poder. Por eso hay que estar siempre alerta para no caer en comportamientos o actitudes que tarde o temprano terminan erosionando la credibilidad democrática de los que consciente o inconscientemente abusan de un poder que les viene atribuido por los ciudadanos o por los militantes de los partidos, en su caso, para ejercerlo con honestidad, imparcialidad y ecuanimidad.

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Esta breve reflexión sobre el ejercicio patrimonialista del poder viene provocada por las recientes declaraciones del secretario provincial del PSOE gaditano que manifiesta, públicamente, su apoyo «decidido y claro» a la candidatura del actual secretario local de Cádiz para la elección que tendrá lugar el próximo día 9 de octubre. Lo hace en nombre propio y además en el de la dirección regional del partido. Eso es al menos lo que nos dice la prensa.

Es evidente que el secretario provincial, como cualquier otro militante, puede tener sus preferencias por una u otra candidatura, pero en cuanto cargo orgánico de un partido está obligado a mantener la más estricta neutralidad durante el desarrollo del proceso electoral facilitando, en condiciones de igualdad, el trabajo de todos los candidatos. Apostar por una candidatura determinada en perjuicio de las restantes puede interpretarse como una desviación de poder que afecta negativamente a su propia imagen y a la del partido que representa. Cuesta trabajo pensar que en pleno siglo XXI se produzcan situaciones que «rechinan» en una democracia avanzada como la nuestra. Y desde luego sorprende que la ejecutiva regional sintonice con un «modus operandi» que pertenece felizmente a otros tiempos. Parece mentira que no se haya aprendido la lección de un pasado aún no lejano. La presentación de una o más listas no significa necesariamente un atentado contra la unidad partidaria, más bien expresa la vitalidad de una organización política. Así lo entendió en 1998 Joaquín Almunia, secretario general del PSOE, cuando convocó elecciones primarias para elegir candidato a la presidencia del Gobierno. Como ya es conocido, el aparato del partido mostró en aquella ocasión, igual que ahora en Cádiz, su decidido apoyo hacia Almunia. El otro candidato, Borrell, que finalmente se alzó con el triunfo, encontró serias dificultades para desarrollar su campaña en las diversas estructuras socialistas.

Más discreto se muestra el secretario general de los socialistas andaluces ante el conflicto surgido entre el alcalde de Sevilla y el secretario provincial por sus discrepancias en la designación de algunos cargos municipales. La prudencia es una virtud que todos debemos cultivar. Los políticos mucho más. En cualquier caso, ya es hora de que los partidos cumplan con la Constitución haciendo realidad lo dispuesto en su artículo sexto: «Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos». Ahora que tanto se habla de pacto local, pacto por la Justicia, etc., no estaría mal que los partidos asumieran el compromiso de facilitar la participación política de todos sus militantes.