TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

¿Qué malo le ha hecho Miguel Arias al PP?

Desde 1982, el jerezano Miguel Arias Cañete venía presentándose rigurosamente a las elecciones por la provincia de Cádiz, bien fuera al Parlamento de Andalucía o al Senado y el Congreso de los Diputados. Ahora, volverá a concurrir a esta última Cámara pero no por la circunscripción gaditana sino por Madrid. ¿Qué habrá hecho de malo para enviarlo de cunero a la capital española cuando él criticó lo suyo a Alfredo Pérez Rubalcaba por asumir ese mismo papel en la candidatura socialista por la provincia de Cádiz? Al menos, Rubalcaba encabeza la lista del PSOE gaditano, pero a Miguel Arias le han arriado hasta el puesto octavo de la de Madrid, cuando el recién llegado Manuel Pizarro va obviamente de segundo. La «licencia poética» -como él mismo la calificó- de preconizar reformas «brutales» de la economía tampoco parece haber favorecido a su causa en las últimas semanas.

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Durante las últimas semanas, Arias, como secretario ejecutivo de Economía y Empleo del PP, ha estado inmerso en la elaboración del programa electoral, un cometido en el que ha sustituido a Juan Costa y que hubiera merecido un mejor trato electoral. Está claro que Arias -un veterano de Alianza Popular que nunca ha dejado de dialogar con la bancada izquierdista- jugaba en casa en campo contrario: no son precisamente idílicas sus relaciones con Javier Arenas, candidato del PP a la presidencia de la Junta de Andalucía y presidente a su vez del comité electoral. Se dice que fue él mismo quien se negó a ir de segundo en la candidatura gaditana, a la zaga de Teófila Martínez. Y como quiera que, a comienzos de enero todavía hablaba de que «la provincia en la que yo tengo mi corazoncito es la de Cádiz», todos los indicios apuntan a que libró su batalla interna y la perdió. Su penúltima baza -antes de que su nombre sonara incluso para Jaén, Córdoba y Ciudad Real-- fue la de encabezar la candidatura por Cádiz al Senado que Arenas y su eficaz lugarteniente Antonio Sanz -número 1 por Cádiz al Parlamento de Andalucía-- han reservado para un político más afín a su causa, Fernando García Navarro, alcalde de Bornos.

Está claro que la actual dirección andaluza del Partido Popular ha optado por una candidatura que no les de disgustos y que puedan mantener, a escala interna, bajo control. En ese sentido, resulta llamativa la ausencia de Juan Carlos Juárez, el populista alcalde de La Línea, que desembarcó en el PP desde las filas del GIL y que presionó lo indecible para optar al Senado; lo que habría resultado pintoresco si se tiene en cuenta que lleva más de cien días con el pasaporte retirado por orden judicial, mientras se investigan numerosas denuncias en su contra. En cambio, se prima como número dos al Congreso al algecireño José Ignacio Landaluce es veterano en el partido de las gaviotas y ha demostrado sobradamente su lealtad a la actual dirección del PP, manteniendo buenas relaciones con la alcaldesa gaditana. ¿Qué ocurrirá, por cierto, con el artículo séptimo de los estatutos del Partido Popular que establecen que la condición de diputado resulta «incompatible con el desempeño de cargos de presidente o secretario general insular, provincial o regional del partido y con los de alcalde, presidente de Diputación Provincial o cabildo insular». Lo más probable es que desaparezca o cambie en una nueva redacción de los mismos que se supeditaría al congreso extraordinario que el PP celebrará, según casi todos los pronósticos, en otoño y fuere cual fuere el resultado de las elecciones del 9 de marzo.

La propuesta electoral de los neocons afecta a otros dos clásicos populares: el ex senador José Blas Fernández, sorprendentemente desaparecido en combate, y el ex diputado Jesús Mancha, relegado al número 9 al Parlamento de Andalucía, una decisión que se presenta como voluntaria pero que podría responder a la obediencia debida a cambio de algún cargo de otra índole, bien interno o bien institucional, en caso de que, como parece probable, no obtenga escaño.

Pero, una vez superados los nervios y las pataletas, la pregunta obvia sigue siendo la de cómo el Partido Popular se permite maltratar electoralmente a uno de sus referentes gaditanos, andaluces y españoles de mayor enjundia. No hay más que recordar el paso de Miguel Arias Cañete por el Parlamento Europeo, o su papel como ministro de Agricultura y Pesca de España durante la presidencia española de la Unión en el año 2000. Después de haber tenido que asumir con el paso cambiado y con cierta dignidad la trinchera económica de su partido, ahora cabe preguntarse cómo podrá defender en la circunscripción madrileña sus dos temas favoritos y en los que se ha especializado desde que echó los dientes en política? No le veo yo interesándose por la producción de melones en Villaconejos ni por la pesca de altura en el Manzanares.