Fredy, el cunero

Su pedigrí gaditano se remonta a los Rub Al Kaaba, históricos aliados del clan de los Al Kalá, pero ni aún así se librará del master en gaditanismo. La teoría podrá hacerla a distancia, pero la práctica la tendrá que hacer aquí. Incluye, identificar sin error los baches más emblemáticos del gaditaneo, reconocer y saludar por su nombre de pila a media docena de números uno del carnaval y coger los golpes a la primera. En este tema, los partidos son estrictos y prohíben terminantemente a sus cuneros, que intenten responder al golpe con una gracia de cosecha propia, porque cuando alguno lo ha intentado, ha sido un desastre y del tirón ha quedado integrado en la categoría de los «rebanás» y eso aquí es, como ser paria en la India, para toda la vida. A Teo, que también es cunera y lista, no se le conoce un solo golpe con gracia.

Esto le va a gustar, pero debe estar preparado porque le aplicarán una inmersión acelerada. Asistirá a fiestas gastronómicas populares, donde tendrá que tomar unas copitas, dirá que no, pero por cada dos que no, es una que sí, porque aquí la gente se empeña en que el invitado siempre tenga la copa llena y como se niegue mucho, pensarán que es un malage.

Puede que justo en ese momento mágico en que flaquea la voluntad, vulgo puntito, se le acerque una morena guapa de las que da la tierra y le diga: «Fredi, mi arma, baila unos tanguillos conmigo». Olvidándose de todo lo que le han dicho, levantará los brazos como si fuera a dirigir una orquesta, pondrá cara de José Tomás cuando detiene el tiempo e iniciará un remedo de quiebro con la pierna. Será un instante, lo justo para cagarla -con perdón- porque su imagen, bailando, ya estará en la memoria de un móvil camino de youtube.