LA GLORIETA

Mi vida según los otros

Una se da cuenta de que la verdad no existe en el primer intercambio consciente de cotilleos. No valen los discursos previos, las premisas aprendidas ni las experiencias de medio pelo. Una sabe que cotillea cuando ha decidido sacudirse el yugo de la bondad y admite que todos, potencialmente, somos malas personas. Que miramos sólo por lo nuestro aunque, bendecidos por la opción de elegir, decidamos no hacer la puñeta y haya quien se proponga ser cada días mejor. Y no es cuestión de moralina, no crean, es como el gimnasio, molesta al principio, pero tiene sus satisfacciones. Dicen.

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Una se da cuenta de que la verdad no existe cuando aprende, después de una buena cura de humildad, que el amigo que creíamos el peor de los traidores cuenta nuestra misma historia al revés y, encima, no está mintiendo. Una se da cuenta de que la verdad no existe cuando sus afectos, sus principios y horizontes pueden modificarse con la ductilidad de un alambre.

El ahora veneradísimo rockero Fito Cabrales está preparando su biografía -¿biografía?¿apenas cumplidos los 40? Sí, ahora, como siempre, la precocidad está de moda- y quiere que sus fans aporten recuerdos a través de su página web. En una iniciativa de participación nunca antes vista, serán los otros los que rebusquen intimidades para refrescarle la vida al cantante desde sus inicios en Platero y tú hasta el pasado año. Que el Cabrales tiene una autoestima acorazada parece claro ante tal derroche de valentía, también que no debe ser lo suyo lo de comer rabo, de pasa. Yo, personalmente, envidio tal grado de serenidad. La menda andaría poniendo filtros y pagando sobornos con el terror de conocer la otra versión, la que cuenta mi vida, pero desde la barrera.