La Policía reprime con dureza las manifestaciones contra Gyanendra cerca del Palacio Real en Katmandú. / AP
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El rey de Nepal reprime a tiros las protestas que desafían el toque de queda

«Abajo Gyanendra», gritaron los manifestantes que trataban de acercarse al Palacio Real de Katmandú, fuertemente custodiado

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Las fuerzas de seguridad nepalíes reprimieron ayer a tiros una manifestación cerca del Palacio Real de Katmandú, residencia del rey Gyanendra de Nepal, cuya oferta de transferir el poder a la oposición ha caído en saco roto.

Al menos cuatro personas resultaron heridas ayer cuando los agentes trataron de reducir una protesta de decenas de miles de personas en Tripuswor, a unos dos kilómetros del Palacio, centro neurálgico de la capital, según fuentes médicas.

«Abajo Gyanendra», gritaron algunos manifestantes que trataron de acercarse al Palacio, fuertemente custodiado por el Ejército nepalí, fiel al monarca.

Decenas de miles de personas se manifestaron, un día más, por la calles de Katmandú, desafiando el toque de queda impuesto por el Gobierno por tercer día consecutivo y pese al anuncio de Gyanendra de que renunciará al poder absoluto.

Por decimoséptima jornada consecutiva, los manifestantes salieron a las calles de Katmandú para reclamar la inmediata restauración de la democracia. La desconfianza en el monarca y la sangre vertida estos últimos días -la Policía tenía orden de disparar- ha llevado a la oposición a adoptar una actitud de intransigencia, que en principio sólo puede interpretarse en el deseo de provocar el derrocamiento del tirano nepalí.

En la capital de Nepal está fallando la comunicación por teléfonos móviles, que en anteriores ocasiones ha sido cortada por las autoridades a fin de estrangular y aislar las protestas.

Las marchas de ayer reclamaron a los siete partidos opositores que no acepten la oferta hecha el viernes por Gyanendra, quien se comprometió a renunciar al poder absoluto y pidió a la oposición que designe un candidato a primer ministro.

El monarca, quien asumió el poder absoluto el 1 de febrero de 2005, aseguró anteanoche en un discurso televisado que «los poderes ejecutivos que manteníamos, los devuelvo al pueblo», y pidió a la oposición que le presente un candidato a jefe de Gobierno.

La alianza de partidos opositores considera que esa renuncia llega demasiado tarde y es insuficiente, pues no cumple su principal reclamación: convocar de inmediato elecciones para una Asamblea constituyente.

En un comunicado conjunto tras la reunión de sus principales líderes, la oposición indicó ayer que no formarán Gobierno a menos que el rey «acepte» sus peticiones y pidió a las fuerzas de seguridad que no repriman las movilizaciones de forma violenta.

Los partidos decidieron, en una reunión celebrada en la casa del líder del Congreso Nepalí, Girija Prasad Korala, continuar con las movilizaciones hasta que se cumplan «las demandas del pueblo» y el acuerdo programático que alcanzaron con la guerrilla maoísta.

Éstos llegaron en noviembre a un acuerdo con la oposición nepalí para la convocatoria de unas elecciones a una Asamblea constituyente a fin de salir de la crisis y se comprometieron a renunciar a la violencia en caso de lograrlo.

En el comunicado conjunto divulgado ayer, la oposición nepalí señaló que las manifestaciones se han tornado en ocasiones violentas por «las infiltraciones» de agentes del Gobierno, al tiempo que mostró su solidaridad con las dificultades que atraviesan los nepalíes por la huelga general, comenzada hace más de dos semanas.

La oposición nepalí inició el pasado día 6 una ola de fuertes movilizaciones para reclamar la restauración de la democracia en Nepal y desde entonces han muerto quince manifestantes en las protestas dispersadas por la Policía.

No se fían

Los partidos nepalíes no se fían de Gyanendra, quien en tres ocasiones ha destituido a los primeros ministros cuando no le gustaban los gobiernos y que en sus cinco años de reinado ha dado probadas muestras de absolutismo.

Sin embargo, su anuncio ha sido bien recibido por destacados representantes de la comunidad internacional, que temen sobre todo la cercanía de los rebeldes maoístas al poder, después de que en noviembre llegasen a un acuerdo programático con la oposición para apoyar la convocatoria de comicios a una Asamblea constituyente.

Países como Estados Unidos e India, además de la ONU y la Unión Europea (UE), han expresado su deseo de que la nueva posición del monarca nepalí permita un retorno pacífico a la democracia y han instado a los partidos a trabajar juntos con ese objetivo.

El príncipe Gyanendra fue coronado rey en 2001 en medio de los violentos disturbios que exigían conocer la verdad sobre el asesinato de nueve miembros de la familia real y la muerte posterior del heredero. Algunos partidos de la oposición hablan del magnicidio como un complot en el que implican al monarca.