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Intervención en una agresión en Canalejas. - A. Vázquez. Vídeo: M. Almagro
CRÓNICA

De patrulla con la Policía la noche del sábado de Carnaval de Cádiz

La madrugada se salda con once detenidos y un agente herido. No hay tregua para la UPR. Les acompañamos en una noche castigada por el alcohol, las drogas y donde apenas aparecen las coplas

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La fiesta puede acabarse en un momento. Un minuto basta para hacer añicos la diversión que llevas tiempo planeando. De repente olvidas que vas disfrazado. Que saliste para pasarlo bien con tus dos amigos y que este año iba a ser el mejor sábado de Carnaval de tu vida. Al final todo eso ha quedado esparcido por el suelo entre botellas rotas, meados y tu propia sangre mientras esperas una ambulancia. Casi no te tienes en pie y caes en un sucio escalón entre un montón de basura. Entonces te tocas la barbilla. La tienes rota. Tú mismo te la has roto. Frente a ti hay seis policías que intentan ayudarte. Son las cinco menos diez de la madrugada y por lo visto hace un rato decidiste acabar la noche en la plaza de San Antonio reventando botellas contra la pared y tirándolas al aire mientras tus colegas te reían la gracia.

La noche del sábado de Carnaval en Cádiz está repleta de historias como la de este chico de unos veintitantos años que puede arruinar en un instante su vida y la de los demás. Parece que no hay límites. Que se han roto todas las reglas. Otro año no ha servido absolutamente de nada la campaña que ha hecho el Ayuntamiento para que la gente «no dé el cante con la bebida». Las calles del centro se han convertido en una auténtica bomba de relojería llena de alcohol, drogas y peleas. Por mucho que se mire, una vez que acaba el pregón, no hay rastro de Carnaval. Por alguna esquina pero poca gente le hace caso. El botellón reina y apenas se oyen coplas. Si hay algo que se escuche bien fuerte es ‘regaetton’.

A. VÁZQUEZ
A. VÁZQUEZ

Las últimas horas, las peores

Algunos se van pero otros tienen ganas de más. Hay que seguir. Según pasan las horas, el riesgo crece. Más alcohol, más drogas, más peligro. Lo saben bien los agentes que llevan bastantes carnavales a sus espaldas. No hay momento para el descanso porque en cualquier momento vuelven a requerirte. «Una ambulancia necesita apoyo en San Antonio. Parece una pelea». Pasan las seis de la mañana y zetas y UPR se dirigen hacia allí. Al llegar unas mujeres se enfrentan con los agentes que intentan mediar en la situación. De repente todo cambia y, entre gritos, la agresividad lleva presuntamente a una de ellas a morder en el brazo a uno de los policías, que tiene que ser atendido de inmediato en un centro médico. La fuerza con la que le ha mordido ha sido tal que parece haberle clavado los incisivos en el brazo atravesando toda su ropa. El resto de ellas se resiste creando además un grave peligro de altercado público dado el numeroso gentío que hay a esa hora en la zona. Finalmente, cuatro mujeres son detenidas por un presunto delito contra la autoridad.

La madrugada sigue y también el trabajo. Hay de sobra. La tranquilidad es relativa porque aunque no se ha tenido que lamentar ninguna víctima mortal en este escenario casi dantesco que poco tiene que ver con el Carnaval, el riesgo siempre ha estado ahí. Por fortuna y con mucho trabajo, estos policías han conseguido que por el bien de todos esta vez no fuera a más.

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