Juan Manuel Jaime, con Osman en brazos, en Idomeni
Juan Manuel Jaime, con Osman en brazos, en Idomeni
Solidaridad

Osman o cuando casi todos son héroes

Upacesur rinde homenaje al niño afgano al que un grupo de voluntarios españoles rescató de Idomeni

Cádiz Actualizado: Guardar
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Los héroes no siempre saben que lo son. O no quieren serlo. O creen que pueden participar del heroísmo pero sólo ligeramente, por casualidad, como si en la película que han interpretado solo fueran uno de esos nombres en los títulos de crédito que nadie acierta a leer. Tal es el caso de Juan Manuel Jaime, uno de los bomberos españoles que consiguió que Osman, un pequeño afgano con parálisis cerebral que se encontraba condenado al olvido en el campamento de Idomeni, pudiera ser atendido en España y que permaneciera en el país con el resto de su familia. El viernes, Osman, sus padres y sus hermanos recibieron un cálido homenaje en los Museos de la Atalaya de Jerez por parte de Upacesur, que quería hacer visible los problemas por los que atraviesan los refugiados con alguna discapacidad.

Un triple problema que comienza para el pequeño Osman en el momento de nacer: sufre parálisis cerebral, nace en Afganistán uno de los países más pobres del mundo y, además, su región está en guerra permanente. Su familia decide migrar en busca de un destino mejor y, como mejor pueden, cruzan medio mundo hasta llegar, con naufragio en el Mediterráneo incluido, a ese campo del olvido que es Idomeni. Allí, en una tienda de campaña de la popular tienda de ropa deportiva se acomodan los cinco aguantando la lluvia, el viento, el hambre. Y es aquí cuando los héroes anónimos aparecen. Los héroes que no llevan capa, sino uniforme. «Es verdad que al final la fama nos la hemos llevado los bomberos, como Ernesto, un tío con un corazón gigante, y yo, pero todo lo que pasó no hubiera sido posible sin los sanitarios, y de ellos se habla muy poco, como de Jaime el médico, que es sevillano y Marina la enfermera, que es paisana vuestra, de El Puerto».

Pasar a la acción

Juan Manuel Jaime fue uno de los bomberos que conoció el caso de Osman, que lloraba de rabia cuando la lluvia desarmaba la caseta en la que estaba instalada la familia, que se conmovía cuando el padre les agradecía todo lo que hacía... y el que estuvo allí cuando al niño le dio un brutal ataque epiléptico por la noche en mitad del campamento de la vergüenza. «Mohammad, su padre, estaba llorando, me acerqué y el niño estaba convulsionando y le apliqué técnicas de primeros auxilios para que no se dañara... no te puedes hacer una idea de lo educada y buena que es esta gente, el padre estaba muy preocupado porque el pequeño me estaba vomitando encima», relata emocionado Jaime, que explica que en ese momento los médicos se dieron cuenta de que o sacaban a Osman de allí o podía fallecer en otro ataque. «Aquí los héroes fueron nuestros amigos, tratamos de conseguir ayuda en España y difundimos el caso de Osman por nuestras redes sociales y empezó a extenderse, incluso vino una reportera de La Sexta a grabar su historia. Las muestras de ayuda fueron espectaculares. Nosotros le habíamos hecho una silla de ruedas con palés y pudimos cambiarla por una de verdad. Y empezó a hacerse presión social y conseguimos que, por motivos humanitarios, el gobierno español accediera a recibir a Osman y a su familia», relata este bombero barcelonés que, sin embargo, lamenta la lentitud burocrática de todo el proceso. «No nos lo pusieron fácil, desde la noche en que se puso tan mal hasta que llegó a España pasó cerca de un mes y medio; un médico suizo se enfrentó a un caso similar y el niño en 24 horas estaba en Suiza», detalla con indignación, a la vez que relata cómo hasta que consiguieron el visado tuvieron que saltarse algunas normas para poder salir.

Upacesur quiere dar visibilidad a la situación de los discapacitados en las zonas de conflicto con el homenaje

«Lo que sientes es un sitio como Idomeni es impotencia –porque no hay medios, porque todo depende de la buena voluntad de los que van– e indignación –porque esto pasa a dos horas de avión de Madrid, al lado de casa y no se hace nada por evitarlo–, pero mi compañero siempre me decía que nosotros estábamos ahí para consolar, no para que nos consolaran», narra este héroe curtido en fuegos, campos de refugiados y muchas lágrimas propias y ajenas.

Pero este fin de semana será distinto. Además del homenaje de Upacesur, Osman, su familia y los voluntarios que los atendieron podrán pasear y conocer Jerez. Disfrutar del sol gaditano y del pesacaíto, tan distinto de las raciones del campamento de Idomeni y de las tiendas de campaña destrozadas por la lluvia y la indiferencia europea. La vida, a veces, recompensa a los héroes anónimos sin capa, pero con uniforme.

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