El profesor Juan Antonio Vila, en una de las visitas que realiza a la Casa de la Camorra en la calle Arbolí.
El profesor Juan Antonio Vila, en una de las visitas que realiza a la Casa de la Camorra en la calle Arbolí.

La Casa de la Camorra descubre su legado

El profesor Juan Antonio Vila apuesta por rescatar del olvido y redescubrir este desconocido edificio que ha sido desde Casino Francés hasta Casa del Pueblo

Cádiz Actualizado: Guardar
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Entre la Plaza de la Flores y la Catedral, perpendicular a calle Compañía, discurre Arbolí. Una calle singular pero poco reconocida. Es la más larga del casco antiguo (160 metros) pese a que el mérito lo acapare Sagasta, que tiene 800 metros pero jalonados de innumerables bocacalles.

Arbolí, antigua Empedrador, será protagonista en junio, de uno de los cursos de verano que organiza la Universidad de Cádiz denominado ‘La manzana de Arbolí-Plaza de las Flores: un espacio para la sociabilidad gaditana’. Un seminario que sale adelante con el empeño de investigadores obstinados en desempolvar la historia de la ciudad como Juan Antonio Vila, Moisés Camacho y Javier Osuna, entre otros. «El objetivo es divulgar todo lo que ha sido y ha supuesto la Casa de la Camorra en la historia de Cádiz y, además, rescatar la fachada que es recuperable», explica Juan Antonio Vila, profesor Historia del instituto Jorge Juan de San Fernando.

Actualmente el edificio es propiedad de la Delegación Municipal de Juventud y funciona como Centro de Artes Escénicas y centro de adultos Pintor Zuloaga. En su etapa más reciente ha funcionado como Escuela de Danza, ha acogido a los alumnos del colegio Jaime Balmes (Arbolí para los gaditanos) y ha sido Casa del Pueblo y sede del partido socialista durante la II República (esta misma semana, se ha colocado una placa para señalizar este hecho).

Este inmueble tan desconocido para los gaditanos atesora una azarosa vida. «Fue el primer lugar donde se escucharon los Duros Antiguos ya que entre 1903 y 1906 albergó el Círculo Modernista que estaba presidido por el Tío de la Tiza y era el lugar de ensayo de ‘Los Anticuarios’ y de ‘Los Lilas’. Cuando componen los Duros Antiguos ensayan aquí», indica Vila. Otro dato interesante es que, además de actuar como coro, ‘Los Anticuarios’, también lo hacían como compañía amateur de músicos. Así llegaron a realizar 175 zarzuelas, pero este contenido corresponde más «al periodista Javi Osuna que también participa en los cursos de verano».

El guirigay de La Camorra

Vila aún recuerda con emoción el momento en que Juan José Martínez, el conserje del Centro de Artes Escénicas, le abrió la puerta de una pequeña dependencia que custodiaba los vestigios de un tesoro que conocía bien. La experta mirada del historiador rápidamente reparó en una pared de piedra sedimentaria «muy bien labrada» que dejaba ver una pilastra que ascendía para mostrar el arranque de un arco de medio punto. Vila va desgranando la historia de la finca y rememora cómo su primer recorrido por el inmueble que le llevó hasta la azotea que se encuentra encima de las aulas para «poder contemplar con mayor claridad el arco y unas guirnaldas decorativas labradas en la piedra».

Ubicada en la antigua calle Empedrador, el inmueble fue centro de la vida social gaditana

A partir de 1761, el edificio albergó a los componentes de la orquesta de la Compañía de la Ópera Italiana. El Coliseo de la Ópera, una formidable estructura realizada en madera de cuatro alturas con 60 palcos y capacidad para 1700 personas, se encontraba casi anexo «en el espacio que actualmente ocupan las oficinas y almacenes de C&A», según Vila.

Es en 1780 cuando los gaditanos popularizan el nombre de Casa de la Camorra. La denominación surge del reconocido ingenio y –por qué no decirlo–, guasa de los vecinos que, teniendo que soportar los continuos ruidos de los habitantes de la casa, la bautizaron con ese nombre. «Allí se establecieron un grupo de 26 músicos, la mayoría italianos, que ensayaban y montaban bastante escándalo. La denominación nada tiene que ver con la mafia napolitana», puntualiza Vila.

Sobre 1783, el inmueble es adquirido por un grupo de adinerados franceses que decide derribar la antigua estructura de madera porque estaba muy deteriorada. La nueva construcción, un Casino Francés, se realiza en piedra arenisca (en vez de en la típica piedra ostionera de Cádiz) y consta de un salón bajo, biblioteca, salas de lecturas y salas de juego. «Aunque todos pensábamos que la fachada y todo el edificio había sido demolido cuando construyen el colegio Arbolí en 1960, no ha sido así». El arquitecto del colegio fue Sánchez Esteve, que era conservacionista, por lo que probablemente permanezca todo intacto ahí debajo. Oculto tras dos muros, uno de 80 centímetros y el otro orientado al antiguo recreo, ha quedado la fachada original que tiene ocho metros de alto y otros ocho de largo: «Yo digo que La Camorra está enladrillada.

La vida de la Casa de la Camorra no se detiene aquí. Entre 1950 y 1960 fue sede del Teatro de la Tía Norica y es muy probable que Manuel de Falla estudiara entre sus muros porque a finales del SXIX albergó también un conservatorio que en la época se llamaba Academia Santa Cecilia en honor a la patrona de los músicos. «Esta parte de la historia aún no está investigada. Aún queda mucho por descubrir de este espacio que también ha sido sede del Ateneo y de un Liceo gaditano», envida el profesor.

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