LUCHA CONTRA EL TERRORISMO

«Los iraquíes, con nuestro apoyo, han vencido al Daesh»

El capitán de corbeta y comandante de la unidad de drones de la Armada, Santiago Yáñez, a su regreso de combatir al terrorismo en primera línea

El capitán de corbeta Yáñez en la base de la Undécima Escuadrilla, situada en Torregorda. FRANCIS JIMÉNEZ

VERÓNICA SÁNCHEZ

Silenciosos, precisos, eficientes, son los ‘espías’ de la Armada. Con sus drones vigilan, reconocen y dan protección. Marinos e infantes de Marina componen la Undécima Escuadrilla de Aeronaves que, desde el pasado mes de octubre está desplegada en Irak, dentro del Grupo Táctico de Operaciones Especiales de la coalición internacional que compone la misión ‘Inherent Resolve’ de lucha contra el autoproclamado Estado Islámico o Daesh . Ese grupo terrorista que siembra el miedo con ataques a ciudadanos en Oriente y Occidente.

Permanecerán en el país asiático hasta el próximo mes de noviembre cuando serán reemplazados por UAVs (sistemas aéreos no tripulados) del Ejército de Tierra. Y lo hacen en relevos de siete personas , entre pilotos, técnicos de mantenimiento y personal de línea de vuelo, cada tres meses.

El capitán de corbeta Santiago Yáñez , jefe de la Undécima, fue uno de los componentes del primer relevo. A su equipo le tocó enfrentarse por primera vez a una misión en tierra, ya que los sistemas ‘Scan Eagle’ con los que operan solo habían participado hasta ahora en misiones de la Armada a bordo de buques en la mar.

Miembros de la Undécima durante su despliegue en Irak. LA VOZ

La llegada a Irak y el primer mes que transcurrió hasta que volaron por primera vez el ‘ScanEagle’, «fueron los momentos más duros, ya que llegamos a una zona muy hostil, de puro desierto, pero estábamos concienciados de las dificultades que nos íbamos a encontrar y confiábamos en nuestras capacidades», cuenta el capitán de corbeta Yáñez desde la base de la Undécima, que se encuentra en la Agrupación de Blancos de Tiro Naval de Torregorda (situada en la carretera que une Cádiz con San Fernando). «El área asignada era, desde el punto de vista aeronáutico, perfecto para volar, diáfano y apartado, pero no contaba con ningún tipo de apoyo o construcción, por lo que tuvimos que emplearnos a fondo para construir de la nada un campamento provisional hasta que llegaron los ingenieros y comenzaron las obras. Fue un mes en el que mi personal desarrolló un enorme esfuerzo físico y de ingenio para acondicionar una zona que no lo estaba y poner en funcionamiento un sistema nuevo partiendo de cero», explica. «Además, operativamente, sentíamos la presión de querer estar en vuelo lo antes posible. Veíamos que, según se desarrollaban las operaciones en aquella época, hacíamos mucha falta a la coalición y necesitábamos estar en condiciones de volar cuanto antes», cuenta el jefe de la Undécima.

El otro enemigo: las tormentas de arena

En Irak han tenido que adaptarse a la forma de trabajo de las fuerzas terrestres, una experiencia de la que han aprendido muchas cosas «que nos servirán en el futuro», detalla Yáñez. Superado el primer vuelo, «que supuso un premio al enorme esfuerzo de mi personal», señala el capitán de corbeta, la utilidad de la Undécima se plasmó de forma evidente. Actualmente, esta unidad ha realizado unas 300 horas de vuelo en Irak , repartidas entre tres y cuatro misiones operativas por semana, «en las que comprobamos que el trabajo da sus frutos y estamos siendo útiles de verdad».

Una labor que no es sencilla, debido a la hostilidad del terreno y a las tormentas de arena que se producen en el país. « El polvo que levantan es finísimo y se mete por las más insospechadas rendijas de los equipos electrónicos, las piezas móviles, e incluso el personal, que tiene que convivir con ello y respirarlo. Además, el tiempo cambia muy rápidamente. El día puede empezar con sol radiante y en cinco minutos tener encima una tormenta enorme. Afortunadamente el servicio de meteorología de la base proporciona información bastante exacta de las previsiones y ayuda a decidir cómo actuar en cada caso», detalla Yáñez.

El jefe de la Undécima Escuadrilla, en primer plano, pilotando el 'Scan Eagle'. L.V.

La mayor recompensa para los integrantes de la misión Apoyo a Irak, como se denomina a la contribución española en la operación ‘Inherent Resolve’, es la certeza de que, sobre el terreno, se está venciendo al terrorismo yihadista. «Tras la toma de los últimos bastiones en manos de Daesh en la cuenca noroeste del Éufrates, el propio presidente del gobierno de Irak anunció oficialmente que la guerra había terminado y que se había vencido al enemigo común», explica el jefe de la Undécima. Quedan células, pero « el país es ahora mucho más seguro que hace dos años y, lo importante es que han sido los propios iraquíes, con nuestro apoyo, quiénes han vencido al Daesh», subraya Yáñez. « Nosotros estamos allí para adiestrarlos, darles apoyo en sus operaciones y proporcionarles capacidades (como la que supone una aeronave no tripulada como la nuestra) para que puedan cumplir mejor ese objetivo común, pero ellos lo han vencido».

La Undécima, por su parte, está obteniendo de su primer despliegue por tierra muchas lecciones aprendidas . Algunas operativas: «la forma de actuación de las unidades de Tierra, cómo es el proceso de la inteligencia en misiones de contraterrorismo y contrainsurgencia o la forma de ser más útiles a unidades de Operaciones Especiales». También han ganado confianza en coordinación, volando en espacios aéreos compartidos.

Ahora estudian «la posibilidad de incorporar más personal de Infantería de Marina y con ellos nuevos roles y nuevas misiones de apoyo a operaciones anfibias y terrestres», señala su jefe. Porque, afirma, «lo hecho hasta ahora no es más que el principio de lo que esta unidad puede llegar a ser en el futuro».

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