Godoy pintó la Catedral en 'Pescadores de caña'
Godoy pintó la Catedral en 'Pescadores de caña' - la voz
Ruta artística

Las diez obras de arte en las que descubrir a Cádiz

Dibujos, pinturas, maquetas o esculturas son el mejor testimonio de la huella que dejó la ciudad en los artistas

Jesús A. Cañas
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Para darse cuenta que el arte siempre ha estado al servicio de Cádiz basta con abrir la ventana o poner un pie en sus calles. Fachadas e interiores demuestran que esa rica ciudad pronto aprendió que lo más bello, lo más excelso tenía que tener acomodo en esta pequeña y vieja Cádiz. Pero son más contadas las ocasiones en las que la trimilenaria se hizo protagonista absoluta por méritos propios. Quizás por intereses geoestratégicos, por dejar constancia histórica, por encargo, porque ese artista se enamoró hasta los huesos de Cádiz.

Por lo que fuera, hoy esos retratos siguen vivos, en interiores gaditanos que esperan a ser redescubiertos. Esta no es una ruta al uso para contemplar Cádiz, para eso ya está la propia ciudad.

Esto es un paseo para adentrarse en miradas, ventanas, ajenas. Para comprender Cádiz a través de los ojos del que antes ya se quedó prendado y quiso representarla.

Pintura, escultura, grabados e incluso una maqueta dan fe de Cádiz; aunque para encontrar la vista más antigua de la ciudad hay que remontarse a un dibujo de 1513. Conservado hoy en el Archivo General de Simancas, es la más antigua representación y aporta gran cantidad de información sobre cómo era Cádiz antes de que fuera destruida en el Asalto Anglo-holandés de 1596. En ella se puede contemplar el antiguo recinto amurallado, el desaparecido castillo o la torre de la Casa de la Contaduría. Precisamente en su actual Museo puede verse hoy una reproducción del histórico grabado.

Más reciente, concretamente de 1828, y ya firmada por J. García es otra representación de la ciudad; justamente del hecho histórico anteriormente reseñado. 'Asalto a Cádiz' es el nombre de la obra que se contempla hoy en la planta baja del Museo de las Cortes. En él, se presenta la ciudad justo en ese instante en el que fue destruida. La vista destaca por representar a la Casa Consistorial, hoy plaza de San Juan de Dios, la Cruz de humilladero en la que se celebró la misa de acción de gracias por el fin del asalto y el arco del Pópulo con la pintura de la Virgen del Pópulo que según la leyenda se intentó ultrajar sin éxito.

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En la misma sala, justo a su lado, está la que los historiadores conocen como 'Vista Aramburu' ya que fue donada por esta familia. Data de 1674 y es un excepcional documento para comprender cómo era Cádiz en esa fecha. Con un carácter casi de plano, aunque pintada al óleo, descubre la existencia de iglesias como San Antonio o de las actuales Puertas de Tierra. Y en la planta superior de este museo está una de las piezas más singulares de Cádiz, la maqueta.

El rey Carlos III deseaba tener maquetas de todas sus plazas fuertes de la ciudad y empezó por Cádiz. Para realizarla, se usó ébano, marfil o pino de Flandes con un nivel de detalle extraordinario. El teniente coronel Alfonso Jiménez, ayudado por algunos ebanistas gaditanos, fue el que la realizó entre julio de 1777 y marzo de 1779. Hoy, en parte mermada, ocupa una superficie de 12'52 x 6'92 metros dividida en cuatro bloques. La componen 333 piezas independientes, algunas cuentan hasta con los interiores recreados. Gracias a ella, se sabe que Cádiz conserva prácticamente intacto su casco histórico desde el siglo XVIII. Además, se presenta la Catedral terminada (en ese momento estaba en obras), según el proyecto original de Vicente Acero). La proeza fue tan cara que se desestimó seguir realizando más ciudad y la corona se la acabó donando la ciudad.

Antes de partir del Museo de las Cortes es imprescindible alzar la vista por encima de la maqueta. Allí está uno de los cuadros más famosos que representan la ciudad y el más conocido que representa la 'Proclamación de la Constitución' de 1812, de Salvador Viniegra. Hoy sabemos que realmente la escena no fue como la pintó Viniegra más de 100 años después. Aun así, eso no le resta valor a una obra cargada de connotaciones positivas y alegres, con el trasfondo del exterior del Oratorio de San Felipe Neri.

El 'boom' del costumbrismo

No fue la única pintura de Viniegra en la que representó a la ciudad. Con dedicación a la luz, al color y al costumbrismo, el pintor representó también el claustro del convento de San Francisco. Lo hizo en una obra de pequeño formato que se conserva en el Museo de Cádiz. 'Patio del Convento de San Francisco de Cádiz' es el nombre del óleo sobre tabla en el que se puede apreciar cómo ha cambiado muy poco el claustro y mucho el atuendo de los frailes y sacerdotes que lo frecuentan.

A Viniegra fue José Pérez Siguimboscum quien le enseñó a pintar. Hoy comparten museo, ambos como exponentes del costumbrismo gaditano. A Siguimboscum se debe la realización de una bella pintura que representa las alturas de la ciudad. 'Azotea gaditana' es el nombre de la obra que realizó en él último tercio del siglo XIX. La escena presenta un clareado día en Cádiz con una mujer y una niña asomadas al pretil de una azotea cuajada de plantas. La luz vibrante se refleja también en la infinidad de torres y el campanario de la iglesia de San Francisco, representados en segundo término.

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Las nuevas corrientes artísticas de finales del siglo XIX y principios del XX se prendaron de la ciudad. No era casualidad, muchos de los movimientos consideraban como ideal a representar esa ciudad soñada, idealizada y bella. Sólo así se explica la bella paleta de colores que Federico Godoy representó en 'Pescadores de caña', de 1925. Hoy también conservada en el Museo de Cádiz, muestra a dos pescadores en plena puesta de sol en el Campo del Sur. Tras ellos se extiende el mar y el caserío junto a la trasera de la Catedral, todo ello bañado por la luz anaranjada de la tarde. Su valor radica en que es una de las más logradas obras impresionistas de Cádiz.

Pero no todo es pintura ni representaciones más o menos fieles de la realidad. De hecho, una de las más bellas representaciones de Cádiz tiene su justo atractivo en que es capaz de representar la ciudad sin hacerlo explícitamente. La escultura 'Gades' realizada por Juan Luis Vassallo le hizo ganar la Medalla Nacional de Bellas Artes en 1948, aunque no fue hasta la década de los 80 cuando se hizo famosa en Cádiz. Los gaditanos aprendieron a verse reflejados e identificados en esa bella señorita que mira al horizonte desnuda después de que la Autoridad Portuaria instalara una obra en bronce de cuatro metros de altura en la Punta de San Felipe. Desde entonces, se convirtió en icono y emblema.

Pero el arte avanzó más y, con él, las representaciones de Cádiz. Diversos pintores como Hernán Cortes o Lola Montero han pintado la ciudad. De ellos, Cecilio Chaves ya se perfila como el pintor de las azoteas. Como hizo Siguimboscum, Chaves se muestra empeñado en mostrar esa cara más desconocida de Cádiz: los altos de la ciudad. Lo hace obras de colores vibrantes y en versiones tanto nocturnas como diurnas. Complicado quedarse con una sola obra suya.

Todas estuvieron expuestas en la Galería Benot y muchas fueron adquiridas por coleccionistas privados. Sin embargo, Chaves continúa con su prolífica producción. De hecho, si no se conforma solo con mirar, puede que hasta que pueda ser suya una de esas ventanas a las que asomarse para ver a ese Cádiz de postal tan bello como eterno.

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