El epicentro del verano gaditano

La playa podría ser la calle Larga de Cádiz. Y podría también aprovechar su potencialidad, el hecho de que puede ser más ancha que Castilla, para celebrar sobre ella todo tipo de actividades culturales durante los meses de verano. Pero no. Temas relacionados con el Medio Ambiente y con el otro medio, que incluye el descanso de los vecinos, hacen que la arena siga siendo un potencial y que tan solo se explote, en varias acepciones de la palabra, cuando llegan las barbacoas del Trofeo Carranza. Algún concierto, sí. Alguna actividad para niños, también. Algo de deporte, por supuesto. Pero poco, muy poco, para ser tenida en cuenta como el gran referente del estío en la capital gaditana.

Quien sí lleva la bandera del protagonismo desde hace muchos años, un día sí y otro también, casi sin descanso, es el Baluarte de la Candelaria: el verdadero epicentro del verano en Cádiz.

Conciertos de toda índole, Jueves Flamencos, actuaciones carnavalescas, actos benéficos, exposiciones, cine de la mano del Festival de Alcances, moda con el sello de la Pasarela South, la Feria del Libro... Un amplio abanico de opciones culturales para disfrutar de un marco incomparable que, a pesar del contexto del verano, suele requerir a partir de cierta hora llevarse la famosa rebequita para evitar un fresquito inesperado.

El recinto es una antigua dependencia militar que hoy alberga un centro cultural, permitiendo a los asistentes foráneos la posibilidad de conocer un poco más la riqueza histórica y arquitectónica de Cádiz. El Baluarte de la Candelaria formaba parte del frente marítimo de la Bahía que protegía la entrada al puerto y el frente noroeste de la ciudad. Fue construido en 1672 por iniciativa de Diego Caballero de Illescas, cuando era gobernador de la plaza, con la intención de proteger la entrada natural al puerto de Cádiz. Dada su posición, sufrió los continuos embates del mar, siendo ingenieros militares de la talla de Ignacio Sala, Juan Zapatero y Antonio Hurtado los que ejecutaron las reparaciones.

Ha servido de cuartel, maestranza de ingenieros y palomar del servicio colombófilo del cuerpo de ingenieros. El Baluarte de la Candelaria se presenta como un saliente de la muralla que aprovecha la disposición geográfica del terreno y de la roca sobre la que se asienta. Es de planta irregular y adopta forma apuntada para afrontar la fuerza del mar. Su muralla forma talud y en la parte inferior muestra una plataforma a modo de rompiente del oleaje. Sobre la muralla se eleva una crujía con cañoneras en cuya parte superior se sitúa el camino de ronda. El conjunto queda cerrado, en la parte que mira a la ciudad, por diversas dependencias como el cuerpo de guardia o la casa de bombas. Tras su rehabilitación se le ha dado un uso cultural, albergando una sala denominada ‘Tía Norica’ –habilitada tan solo para exposiciones– así como un gran patio con palmeras donde se celebran todo tipo de actividades.

Durante este verano, por poner algunos ejemplos de esa incipiente actividad cultural, ejemplos que obligan a coger aire mientras se leen, el Baluarte de la Candelaria ha acogido, entre otros muchos, eventos como la Feria del Libro, el Rastrillo Nuevo Futuro, los Jueves Flamencos, el Festival de Jazz, varios conciertos como los de Ismael Serrano, María Parrado o Antílopez, la Final del Concurso de Cantes por Alegría, el festival Lola Town, el South Festival de Moda, Alcances fuera de Alcances, el festival Me Río de Janeiro –en su 30 aniversario– o la Noche Abierta de Rock Andaluz.

Sus puertas parecen no cerrar nunca. Y aún quedan días de verano por delante. Y muchas noches. Como las de este martes: Noche de Autor en la que el cantautor, y de nuevo autor de Carnaval, Antonio Martínez Ares estará acompañado por artistas como Chipi de La Canalla, El Kanka, Javier Ruibal, David Palomar y Anabel Rivera. Y el jueves, día 28, Noche Creciente con Marinah –exvocalista de Ojos de Brujo–, El Kanka, el grupo roteño Pan d’antié y Capitán Cobarde, antes conocido como Albertucho.

Al margen de la música, actos y más actos, exposiciones y más exposiciones. Un no parar en el epicentro cultural del verano en Cádiz.