RUTAS DE ARQUITECTURA DEFENSIVA

Son de piedra y sí se notan

Torres, fortalezas, castillos y búnkeres: la Costa de la Luz está plagada de infraestructuras destinadas a la protección contra piratas y enemigos

jesús a. cañas
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Unos cinco mil millones de ducados perdidos; una ciudad expoliada, quemada y arrasada. España, declarada en quiebra justo un año después. Tal fue el grado de expolio que sufrió Cádiz en el asalto anglo-holandés de 1596 que los ingleses se llevaron hasta el vino de Jerez que se almacenaba en la ciudad para partir en la flota comercial. Tan devastada quedó la ciudad que las autoridades se plantearon muy seriamente si no sería más conveniente trasladar Cádiz directamente al Puerto de Santa María y dejar el tómbolo gaditano abandonado a su suerte. No lo hicieron porque llegaron a la conclusión que ese terreno yermo y ruinoso podría ser usado por futuros enemigos.

Y fue así como el genial Cristóbal de Rojas levantó un cordón defensivo que ha perdurado hasta nuestros días.

Castillos, baluartes, murallas y torres hicieron de la capital una plaza fuerte inexpugnable. Nunca más, la ciudad fue tomada con tal virulencia. Y eso que el riesgo siguió estando tan presente como en su remoto y antiguo origen, como en su larga existencia hasta el presente. La capital es el ejemplo, la costa gaditana entera, la Costa de la Luz, abierta al Atlántico, es la realidad al completo. Porque la mar es capaz de dar prosperidad, pero también de traer muerte y destrucción. La lección la aprendieron en la costa gaditana a fuerza de ensayos y errores, aciertos y defensas. Hoy, ese pasado de amenazas de tropas de naciones enemigas o piratas es bien visible en una serie de edificaciones militares esenciales de diversa época. Castillos, murallas, fuertes, baluartes, torres y hasta búnkers forman parte de esa realidad defensiva de la costa que bien se merece un repaso.

Quizás, de todos los ejemplos de esta arquitectura defensiva y militar, los más bellos, intrigantes y sorprendentes son los castillos. De hecho, ya el gobierno franquista no dudó en proteger con el máximo grado a unas construcciones que tienen presencia en casi todas las localidades de la provincia. En el caso de la capital, desaparecido el castillo de la villa medieval, destacan los Castillos de Santa Catalina y San Sebastián. Ambos surgieron tras el plan de defensa de la ciudad ideado por Rojas y los dos han tenido fines militares hasta tiempos relativamente recientes. De ellos, destaca especialmente el de Santa Catalina, con forma de estrella de cinco puntas y que inspiró construcciones similares en las tierras españolas al otro lado del Atlántico.

Pero el repaso por estas edificaciones encuentra excepcionales en ejemplos en El Puerto y su Castillo de San Marcos, gracias a su carácter de iglesia fortaleza levantada sobre una mezquita en a partir de 1264. De carácter mixto es también el Castillo de la Chanca de Zahara de los Atunes. Era, a la vez, fortaleza y chanca de pertrechos para la pesca, levantada por Alonso Pérez de Guzmán en 1294. Precisamente, la figura de ‘Guzmán el Bueno’ aún está bien presente en uno de los castillos más famosos de la costa, el de Tarifa. De planta trapezoidal, tiene origen en la época califal. Aún es propiedad del Ministerio de Defensa y conserva la torre en la que según la leyenda el fundador de la Casa de los Medina Sidonia arrojó el cuchillo para que asesinaran a su hijo, antes de entregar la ciudad.

De 1268 data el Castillo de San Romualdo, la edificación de San Fernando que tuvo su origen en un ribat islámico y que destaca, entre otras características, por sus tres relojes de sol. De estilo gótico es el Castillo de la Luna de Rota y en el mismo estilo artístico pero más tardío es el castillo de Sanlúcar (1477).

Curiosamente, la costa gaditana alberga el que probablemente es uno de los castillos más recientes con fines militares levantados en España. Se encuentra en Tarifa, en el cerro de Santa Catalina que da nombre a una bella edificación neogótica levantada en 1928 por la Marina para servir de semáforo del puerto y de observatorio.

Murallas y baluartes

Más prolíficos pero no tan protegidas se encuentra la presencia de murallas y baluartes. Casi todas las ciudades costeras poseen murallas de origen medieval que protegían su interior de ataques de piratería o enemigos. Sin embargo, en el caso de la capital, su presencia es más reciente y aún marca en buena medida el paisaje. Es el caso de las Puertas de Tierra que, aunque alteradas, aún se levantan en el paisaje gaditano desde el siglo XVIII. También es el caso de su cinturón de murallas y baluartes (de los Mártires, de Santa Elena, de la Candelaria, de San Nicolás) que perduran con más o menos suerte.

Toda la linea de costa posee también ejemplos de baterías defensivas que, a modo de pequeños fuertes, intentaban garantizar la seguridad de la Bahía. Fueron especialmente necesarias en la guerra de la Independencia contra los franceses. De ahí, que la mayoría estén ubicadas en los extramuros de Cádiz o en San Fernando. En La Isla son imprescindibles la batería de Zuazo y la de Urrutia.

Tanto pasado de idas y venidas, sobresaltos e historias traídas por la mar también tuvieron su impacto en el paisaje en la zona que va desde Rota a San Roque con torres vigías. Su función primordial era vigilancia marítima y la transmisión de señales, aunque pudieron también ejercer funciones disuasorias mediante piezas artillerías menores. Casi todas ellas, datan de los siglos XVI y XVIII, aunque algunas tienen un origen anterior. Fueron levantadas tanto por la Corona como por señores de la zona para alertar de ataques de piratería a sus tierras y explotaciones pesqueras.

Destacan las torres de la Loma del Puerco, la torre de Roche (hoy faro), la de Guzmán (en el interior del recinto amurallado de Conil) y la de Castilnovo. Aunque tenían un origen y uso defensivo, su presencia servía de orientación a la almadraba. Tanto es así, que los almadraberos usaban sus referencias para calar las redes.

Búnkeres, los más recientes

Semienterrados en laderas, escolleras o playas y prácticamente olvidados y abandonados resisten los ejemplos defensivos más recientes de la costa gaditana. Son los búnkeres, a veces asociados a los alemanes, otras al franquismo. En todos los casos, un halo de oscuridad y misterio parece envolverlos. Puede que sea porque nunca llegaron a entrar en uso y, por eso, cayeron en el ostracismo. Lo cierto es que marcan el paisaje de playas como las de Camposoto en San Fernando o las playas de Tarifa o Conil. En total, se levantaron más de 500 edificaciones en hormigón a partir de 1939. Fue el régimen de Franco el que las construyó para proteger las zonas de la costa como parte del plan de defensa de los frente a posibles ataques de los Aliados.

Y así, desterrados a su suerte resisten los últimos ejemplos de una costa que siempre mira al mar, pero con la desconfianza de lo desconocido. Son esos castillos, murallas y torres los que hoy nos recuerdan que ese mar es capaz de traer lo mejor y lo peor.

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