La Caleta, posible ubicación de los templos de Cronos y Astarté.
La Caleta, posible ubicación de los templos de Cronos y Astarté. - francis jiménez
tradición

Conoce algunas de las leyendas de Cádiz y el mar

Templos sumergidos, milagros divinos o criaturas insólitas forman parte del imaginario colectivo de la ciudad, siempre unido a las aguas que la rodean

raúl jiménez
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La historia de Cádiz está irremediablemente unida al mar que la rodea, del que arriban a tierra mil y una leyendas sobre el pasado de la ciudad más antigua de occidente. La realidad y el mito se dan la mano más allá de las murallas para hablar de templos sumergidos, milagros divinos o demoledores naufragios cuya veracidad es, en la gran mayoría de los casos, imposible de demostrar. Historias que el gaditano ha hecho suyas para cubrir con un velo de misterio la memoria olvidada de su patria. He aquí una pequeña muestra de ellas.

En mitad de la Bahía de Cádiz, en una batalla continua con el oleaje, se alza el Faro de las Puercas, cuyo nombre no se sabe con exactitud de dónde proviene.

Dos leyendas tratan de revelarlo. La primera apunta a que el arrecife, habitual zona de pesca de muchos gaditanos, recibió esta denominación porque los marineros que llegaban en barco desde el otro lado del charco en el siglo XVIII dejaban en este lugar abandonadas a su suerte a las prostitutas que con frecuencia traían a bordo. La férrea moral católica de la época hacía que estuviera mal visto que estas mujeres llegaran a tierra, por lo que eran dejadas en mitad de la Bahía para que llegaran a la costa por sus propios medios. Apunta la tradición que algunas conseguían alcanzar tierra a nado, pero la gran mayoría morían en el intento.

El otro mito en el que podría tener su germen el nombre de este promontorio rocoso habla del naufragio de un barco cargado de cerdos. La noticia corrió como la pólvora por las calles de Cádiz, desde donde muchos pescadores partieron con sus barcos hacia el lugar en pos de hallar alguno de estos puercos que quedaron a merced de la corriente.

Algunos historiadores restan veracidad a ambas fábulas y apuntan a que el origen del nombre se debe principalmente a la cercanía del Bajo de los Cochinos, zona que durante la bajamar queda casi al descubierto y donde en bastantes ocasiones han encallado navegantes que no conocen la zona.

Precisamente en las cercanías de los Cochinos y las Puercas se baraja que pudo ir a pique el ‘Bucentaure’. El buque insignia de la Armada Francesa, comandado por Pierre Charles Silvestre de Villeneuve, contaba con más de 80 cañones y cerca de un millar de hombres a bordo. Tocado tras la Batalla de Trafalgar, cuentan que acabó yéndose al fondo del mar justo frente a la Alameda Apodaca.

Muy cerca de allí, en las proximidades de la playa de La Caleta, recogen los historiadores clásicos que pudieron levantarse los templos a dos divinidades de la antigua Gadir. Plinio ‘El Viejo’ habla del Kronion, santuario dedicado al dios Cronos –Baal Hammon para los fenicios– que pudo estar situado en el actual emplazamiento del Castillo de San Sebastián. Justo enfrente, en la Punta del Nao, hallazgos arqueológicos apuntan a que pudo ubicarse el templo a Astarté, diosa que representaba el culto a la madre naturaleza, la vida y la fertilidad.

La mañana del 1 de noviembre de 1755, las tranquilas aguas de La Caleta se tornaron tempestad y olas de 25 metros a punto estuvieron de engullir a la ciudad y sepultarla bajo el mar. El terremoto de Lisboa, de grado 9 en la escala Richter y que dejó más de 50.000 muertos en la capital lusa, se hizo sentir y de qué manera en Cádiz. Relatan los textos de la época que el mar penetró hasta las mismas entrañas del barrio de La Viña y que sólo un estandarte con la imagen de la Virgen de La Palma que clavaron en el suelo dos religiosos, Bernardo de Cádiz y Francisco Macías, fue capaz de frenar el maremoto de manera sobrenatural. «¡Hasta aquí Madre Mía!»… y las aguas empezaron a retroceder. Un cuadro con la imagen de la milagrosa virgen señala hoy día el punto exacto hasta donde se internó el mar.

Recoge el escritor gaditano José Manuel Serrano Cueto en su libro ‘Cádiz Oculto’, que allá en 1674, un hombre llamado Francisco de la Vega, natural de Liérganes, fue un día a nadar y desapareció en las aguas. Cinco años después de aquello, un grupo de pescadores gaditanos que se encontraban recogiendo sus redes observaron un extraño ser, mitad hombre, mitad pez, que lograron capturar. La insólita criatura fue trasladada al Convento de San Francisco, donde después de días al cuidado de un fraile, Juan Rosendo, fue capaz de balbucear la palabra «Liérganes». El clérigo acompañó al individuo hasta dicha localidad cántabra, donde fue reconocido por su madre, María de Casar. Años después de aquello, Francisco de la Vega, el hombre pez, volvió a desaparecer en el mar para nunca volver.

Ver los comentarios