cádiz

«Puedes olvidar las matemáticas pero los valores siempre te acompañan»

Ochos alumnos de las Esclavas cuentan su paso por este colegio centenario

a. mendoza
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La biblioteca está en la primera planta. Abre la puerta con la curiosidad de descubrir si está como recordaba. Huele igual que siempre. La solera de los muebles se mezcla con la de los libros. «Todo esto en verdad ha cambiado poco», comenta Pepe, un profesor que está en el pasillo. Es por la tarde y pese a que los alumnos no tienen clase el trasiego es constante. Hay otras actividades y los docentes atienden sus distintas responsabilidades.

Es mayo y como todos los años se celebra el día del colegio. Pero esta vez todo tiene una dimensión especial. 125 años dan para mucho. Historias y anécdotas de más de 40.000 jornadas de clase. Estos días, pasado y presente se fusionan más que nunca.

Se recuperan los recuerdos y se viaja a través de un tiempo que transcurre tan despacio cuando eres pequeño como rápido al hacerte mayor.

De San Francisco a la Avenida

Piluca Pérez Díaz-Alersi llegó al colegio cuando tenía seis años. Como alumna no conoció el actual centro de la Avenida pero guarda un recuerdo imborrable de este edificio que se levantó en el antiguo campo del Mirandilla. «La hermana Hortensia era la precepta y con ella íbamos al campo del Mirandilla. Hacíamos excursiones. Veíamos cómo se iba construyendo e incluso comprábamos un ladrillo para llevarlo de forma simbólica». Tenía que ir al colegio en tranvía y admite que pasaba miedo cuando bajaba por la Cuesta de las Calesas. Habla de la disciplina de antes y de ahora, quizá la mayor diferencia entre esos tiempos y los actuales. «Había que pedir permiso para todo. Para salir del salón de estudio, para ir a cualquier clase o ponerte en la fila... y todo a toque de chasca que era como el principio de toda marcha, sonaba para que andábamos y para parar y cuando te reñían sonaba repetidamente». Piluca habla de sus compañeras: «Eva Mateo, Carmen González, Elito Montes, Pili Álvarez Osorio, Ana de Cos»... y por supuesto se acuerda de quienes le dieron clase: «Pilar Martínez nos daba matemáticas y era el horror de los horrores. También estaba Carmen Sanz. En religión era un cura, don Hermenegildo Pacheco al que le teníamos terror: era muy estricto».

Carmen Ravina estuvo en las Esclavas durante los años sesenta y quedó encantada con las instalaciones del centro. Entonces prácticamente estrenaban edificio y patio de juegos en la Avenida. «Llegué con once años y me gustó muchísimo la zona de recreo e hice muchas amigas como Montse Solbes, Memé Muñoz, Mica Mariña... Mª Teresa Sánchez...». Carmen hace memoria y nombra a algunas de sus profesoras: Pilar Martínez, la madre Pastora y por supuesto, la hermana María Angustias Yáñez, quien ha sido tres veces directora del centro y a sus ochenta años es toda una institución en este colegio. «Yo vine de otro colegio y la verdad es que mi paso fue estupendo», explica Carmen.

En los años 70 estudió en el colegio Cristina Guilloto de Barrasa. «El cole para mi fueron mis primeras amigas, vivencias... recuerdo a profesores con cariño como la de infantil que siempre regalaba un caramelo y eso era una maravilla y recuerdo a Pepa que se ponía fuera y vendía chucherías y a las tres de la tarde se llenaba el puesto ambulante cuando entrábamos. Tampoco se me olvidará la campana que sonaba cuando terminaba el recreo ni los columpios en los porches y un tobogán muy grande, gigante de madera, como de un edificio de alto, o por lo menos claro, yo que era pequeña pues tenía esa perspectiva, como me pasa con los armarios que hay allí». Cristina habla desde su experiencia como profesora de Educación Infantil y apunta que «ahora la relación entre maestros y alumnos es más afectiva, más emocional porque antes con tantos niños no era posible». A su vez destaca que «antes había más coordinación entre la familia y el colegio. Los valores del colegio eran igual que en la familia. A mí en las Esclavas me inculcaron muy buenos valores y el ambiente era muy bueno». Cristina se acuerda de sus compañeras: Reme de la Rosa, Rosa Rodríguez, Bea Millán... «Ahora con el tiempo hemos hecho un grupo de ‘Whastapp’ que se llama ‘Las niñas del cole’. Nos reunimos siempre los veranos, nos reímos mucho contando anécdotas e historias y rememoramos las cosas de las profesoras Nieves, Guadalupe, la señorita Pili Pérez, la madre Marina o Mayte Cruces...».

De la promoción de 1989-1990 salió Montserrat Jiménez que además de ser antigua alumna es madre de alumnos del colegio y trabaja en el centro. «Creo que lo que más me marcó fue el BUP porque soltábamos por fin los uniformes y nos sentíamos muy importantes. Las que fuimos entonces compañeras seguimos siendo amigas, Begoña Amilibia, Campe Rodríguez y muchas más. Y de profesoras la mayoría siguen aquí y ahora le dan clase a mis hijos. La tutora de mi hijo, Carmen, también fue tutora mía», comenta. Montserrat vivió muy buenos momentos durante todos sus años como alumna pero nunca olvidará la noche que pasaron allí en el colegio. «En la catequesis de confirmación dormimos una noche en el colegio en la sala de piano y recorrimos el cole de noche y fue muy emocionante».

Eloisa Zilbermann es de la promoción 1996-1997. Guarda muchísimos recuerdos de su paso por las Esclavas, de las amigas y de profesoras como Conchita Guilloto, Loli Gallego, Merche García, Mamen Flores... «Las amigas que hice allí lo fueron para toda la vida. Y da igual como hayan transcurrido nuestras vidas y lo que hagamos ahora. Cuando nos vemos siempre es una alegría y hay un sentimiento fraterno que no tienes con otras personas que conoces a lo largo de tu vida. Eloisa asegura que «una de las cosas que más recuerdo son las canciones que aprendimos en el colegio, tanto las de misa como los villancicos... Al ser tres hermanas las que estuvimos en las Esclavas las aprendimos toda la familia, y a día de hoy las seguimos cantando cuando vamos en coche, nos reunimos... y ¡a varias voces!». Para ella, los valores adquiridos durante sus años en el colegio han sido claves. «Cuando eres pequeña no te das cuenta. Pero cuando empiezas a trabajar, a tener tu propia familia y a lidiar con los problemas cotidianos, es cuando te das cuenta de cómo quedaron impregnados en ti muchísimos buenos valores. Algo que te ayuda mucho a la hora de opinar, decidir o educar a tus hijos. Puedes olvidar las matemáticas pero los valores aprendidos siempre te acompañan», comenta.

Presente y futuro

Los recuerdos del pasado no dejan de sorprender a las generaciones presentes. Les agrada conocer las historias de quienes estudiaron antes que ellos en esas clases. Joaquín Osuna, Laura Merlo y Aarón Berchid son alumnos del colegio San José Esclavas. Viven estos días con los nervios propios de la celebración del aniversario y encarar el final del curso. Joaquín cursa 6º de Primaria y asegura que está encantado. «Este cole me gusta por los amigos y por el ambiente que hay». Laura Merlo entró cuando era pequeña en Infantil y afirma que «aquí paso muy bien los días con mis amigas y además soy más bien curiosa y me gusta aprender cosas». Para Aarón, alumno de 4º de ESO lo mejor de las Esclavas es sin duda «lo cercano que es y el buen trato que recibimos. Es muy familiar».

Son las impresiones y vivencias de quienes ahora ocupan esas aulas con el deseo de poder celebrar en el futuro muchos años más de su colegio, las Esclavas, en Cádiz.

Vídeo: 125 años de las Esclavas en Cádiz. Una Recopilación de imágenes de la profesora Conchita Guilloto y montaje realizado por los alumnos Gonzalo Fernández, Aarón Berchid y Ángel Cervera

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