PAN Y CIRCO

LOS ÁRBOLES (DE) DEL BOSQUE

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Aún sigo secándome las lágrimas que derramé el pasado viernes al ver las fotos de los jugadores que había convocado Del Bosque para los próximos partidos de la selección española. Sí, esa que tantas alegrías nos dio no hace tanto y que fracasó estrepitosamente en el Mundial de Brasil. Si Kiko Casilla, Bartra, San José o Paco Alcácer están para ir a la selección, la que tiene un problema con el nivel de sus futbolistas es la selección.

No pongo en tela de juicio que el combinado nacional necesitaba un lavado de cara, quizás empezando por Del Bosque, que ha tenido una oportunidad fantástica para marcharse con la generación con la que alcanzó la gloria y que ahora corre el riesgo de empañar su inmaculada trayectoria, pero era necesario afinar en el día después del fracaso para despertar ilusión y se ha conseguido encender demasiado pronto la llama de la nostalgia.

Porque Del Bosque no es un descubridor de talentos, sino un muelle que sostiene una estructura sólida, el mejor muelle del mundo con el que los jugadores ya consagrados encuentran la flexibilidad necesaria para sentirse cómodos, para seguir entrenando con tranquilidad y ganas de ganar.hasta que el físico dice basta, como ha pasado con Xavi o Xabi Alonso, cuya inteligencia dentro del campo se ha visto reflejada también fuera de él al apartarse para que pase el siguiente. Ahí dejan lo suyo y no es poco.

Sé perfectamente que las convocatorias de septiembre están llenas de pruebas que después no se prolongan en el tiempo, pero no entiendo una revolución en estos momentos sin Jesús Navas, Mata, Muniain o Ander Herrera.

En Valencia estarán contentos porque al fin lleva a uno de los suyos, en Bilbao sacarán pecho por aumentar la camada de 'cachorros' que suben su caché vestidos con La Roja y en Madrid se seguirá alimentando el debate de Casillas, pero estas situaciones no reclaman decisiones para intentar quedar bien con todos, sino un profundo conocimiento de lo que se quiere hacer y con quién hacerlo. Por ahora parece que al seleccionador sus árboles no le dejan ver el bosque.