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Una recuperación a paso lento

La provincia muestra los primeros signos de mejora, aunque el nuevo ciclo económico aún tardará en llegar para los gaditanos

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El anuncio de carga de trabajo en los astilleros, las expectativas para la temporada de verano y las primeras inversiones en la Bahía permiten confiar en la ansiada recuperación económica. Sin embargo, todos los indicadores demuestran que esa mejoría tardará en llegar a los hogares de los gaditanos, especialmente, de quienes están en situación de extrema necesidad. La provincia ha iniciado la recuperación, pero su avance será mucho más lento que en otros puntos de la geografía nacional, debido al estado que presenta su tejido industrial. Los expertos coinciden en que partimos de cero. Los efectos de la crisis durante seis años han dejado a la provincia como un secarral. No hay que olvidar que Cádiz entró en plena vorágine de la crisis con sus principales sectores productivos muy debilitados. La industria naval se asomaba al abismo con el final de la carga de trabajo en Navantia, mientras que el varapalo de Delphi se trataba de enmendar a duras penas con un fallido y estrepitoso plan de reindustrialización, abanderado por la Junta de Andalucía, que ha resultado ser un fiasco. Por lo que respecta al sector de la construcción, el desvío masivo de mano de obra al ladrillo, alentado por la burbuja inmobiliaria, significó que miles de jóvenes abandonaron su formación para optar al dinero fácil de las contratas de obras. Al final, la burbuja estalló y esa mano de obra poco cualificada quedó en paro. La única tabla de salvación ha sido el sector turístico, que ha tirado del carro de forma muy puntual.

Este escenario ha dejado en la provincia una población que vive en situación de extrema pobreza. Cáritas ha ido batiendo récords de ayuda año tras año. Si en 2007, el número de familias atendidas por los servicios y organizaciones sociales, especialmente Cáritas, en la Bahía de Cádiz fue de 4.000, la situación siete años después es de 8.200, más del doble. Sin embargo, este dato sólo representa a una parte de la provincia. Los últimos balances revelan que el número de familias que acude a centros sociales en Cádiz es de 40.900; lo que supone que una media de 163.600 personas vive en estos momentos gracias a la solidaridad. Se trata del 16% de la población de Cádiz.

Las cifras asustan al responsable del Banco de Alimentos de Cádiz, Mateo Sánchez, que ha visto cómo la obra social que defiende empezó en el año 2000 repartiendo 34.000 kilos de ayuda a familias necesitadas y este mismo año la organización superará los 3 millones de kilos de alimentos repartidos a familias gaditanas. Mateo destaca que la red de influencia del Banco de Alimentos llega en estos momentos, concretamente en el primer semestre de 2014, a unos 45.000 afectados. Suma y sigue.

La situación de emergencia social que vive la provincia desde hace varios años ha obligado a la dirección del Banco de Alimentos a expandir sus instalaciones en la Zona Franca pasando de 753 m2 a 1.100 m2. Un total de 33 voluntarios se encargan de repartir a diario unas 1.000 kilos de alimentos entre las distintas asociaciones sociales. Una de esas estampas se advierte en la sede de la Fundación Virgen de Valvanuz, en la calle Santiago, en Cádiz, donde medio centenar de personas forman cola por las mañanas para recibir una bolsa de comida. Su responsable, Milagros Aragón, reconoce que están desbordados.

Una de las personas que mejor conoce la radiografía social de la provincia es Alfonso Gutiérez, delegado episcopal de Cáritas en la Diócesis de Cádiz. En su opinión, el clima de necesidad ha aumentado y destaca que es prematuro decir que estamos ante los últimos coletazos de la crisis. De hecho, Cáritas sostiene que esa mejoría que se anuncia tardará aún en llegar a los hogares de miles de gaditanos. Recuerda que la situación se ha hecho crónica en los últimos tres años, donde el paro y el agotamiento de las ayudas públicas han arrastrado a la clase media. Alfonso Gutiérrez comenta a LA VOZ que la solidaridad familiar, al margen del apoyo que prestan los servicios sociales, es el verdadero sustento de las familias más necesitadas: «Los pensionistas son quienes soportan el peso de esas ayudas».

La crisis también ha afectado a los recursos económicos que maneja Cáritas. Si bien antes, el 60% de sus ingresos procedía de la aportación de las instituciones públicas, desde hace tres años la situación se ha invertido y Cáritas recibe más dinero de la donación de particulares que de las administraciones públicas. Así, Cáritas manejó el año pasado en la provincia unos dos millones de euros, de los que el 64% fueron aportaciones particulares y el 27% restante ayudas públicas. Este dinero se ha invertido en su mayor parte en cubrir las necesidades básicas de las familias incluidas en el programa de «Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social».

Desfases y déficits

¿Por qué esa ansiada recuperación tardará más tiempo en notarse en Cádiz? Nadie duda de que hay síntomas de mejoría, sin embargo, la provincia parte con un 43% de tasa de desempleo, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del año. Este dato pesa como una losa y resulta muy complicado reflejar una recuperación con los 192.742 desempleados que arrojó el pasado mayo. Son 8.000 menos que el mismo mes del año anterior, sin embargo, la cifra más dramática la encontramos en ese contingente de 89.356 personas, el 46,3% del total, que lleva más de un año buscando trabajo y no lo encuentra.

El gerente del Colegio de Economistas de Cádiz, Javier Fernández, llama la atención sobre estos datos y destaca que la recuperación en Cádiz será mucho más lenta que en otros puntos del país, donde ya se está notando esa mejoría, sobre todo en País Vasco, Cataluña y Madrid. Fernández recuerda que la provincia tiene un importante desfase con respecto a otras zonas de Andalucía y es clave ahora la regeneración de su maltrecho tejido industrial. El gerente del Colegio de Economista señala que las últimas medidas adoptadas por el Banco Central Europeo, en relación al crédito y a la bajada de tipos, permitirán al sistema financiero español volver a prestar dinero y a reactivar el consumo. Esta medida es vital para favorecer la inversión. En este sentido, Javier Fernández explica que la provincia de Cádiz necesita seguir con su modelo industrial y favorecer las inversiones, «pero con garantías». No valen los experimentos como el Plan Bahía Competitiva donde se ha gastado una ingente cantidad de dinero público que no ha servido para consolidar la inversión.