Piano, historias y alma

«No busquéis nada, solamente ir a por ello. A veces se cumple». Ese sueño hecho música volvía a hacerse una noche más realidad para Pablo López. Solo, sin banda, en una versión de su espectáculo más íntima y personal, el malagueño se enfrentaba al público portuense tras un mes de incesante trabajo tras lanzar la reedición de su primer y exitoso disco. En el escenario al frente de su piano, un contador de historias , como aquellas que se proyectaban en ese cine que hace años albergaba este teatro, como esas que te hacen a veces sonreir y otras llorar de emoción y que te devuelven un recuerdo, te desbaratan por dentro y te crujen entre notas el alma. «...Llevo sólo seis meses en esto y cada vez que pienso qué hago aquí, cómo ha ocurrido todo esto... es impresionante. Gracias».

Consciente, sabedor del que está cumpliendo lo que siempre imaginó, Pablo López estruja los momentos para sacarles todo el jugo, como si fuera a marcharse de repente y quisiera beberse hasta el último sorbo. No deja de disfrutar. Y eso lo transmite y lo hace notar. Porque para hacer disfrutar lo primero es hacerlo uno mismo, creérselo, ser generoso, atreverse, desnudarse, sentirse en casa, entre amigos, y compartirlo. Todo eso ocurrió en El Puerto y la fórmula de esos elementos de química entre el artista y el público no hizo más que dar como resultado una magia especial. Con todos los temas, 'La mejor noche de mi vida', 'Dónde', 'Dímelo tú', 'Vi'... se repitieron las ovaciones, los gritos de fans ávidos del arte del malagueño a los que el concierto se les hizo corto. «¡Qué me gusta vuestra forma de reír, qué me gusta veros y sentir que esto es de verdad!» Y como mejor testigo: su inseparable piano, ese testigo que cuenta como nadie qué es lo que pasa por ese corazón.