Doctor en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos

El RITMO DE LAS OLAS

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El título de este artículo, que suena a canción de Andy & Lucas, se me ha ocurrido cuando estaba a punto de reanudar mis clases sobre Ingeniería Marítima –algo que vengo haciendo ininterrumpidamente desde hace más de 25 años–, y en donde es obligado explicar el oleaje y sus teorías. Se trata de una asignatura nueva del último curso por lo que siempre los minutos iniciales son los más importantes para atraer la atención de los estudiantes. Cuando daba clases en Madrid, comenzaba preguntando quién era de puerto de mar y, a lo más, levantaban la mano dos o tres alumnos. Luego, proseguía mi interrogatorio: «¿sabéis qué es un muerto?», «¿cómo se atraca un barco?», observando las caras de sorpresa de los estudiantes y sus primeras risas cuando les decía que no estábamos en una clase de criminología, sino de ingeniería marítima.

En la Politécnica de Algeciras, mis alumnos ya están familiarizados con el mar y con su magnífico puerto, al que ven todos los días a su paso hacia la Escuela de Ingeniería. Este año la pregunta va a ser ésta: ¿cuál es el ritmo de las olas?, o lo que es lo mismo, ¿cuánto tardan en llegar dos olas consecutivas?, lo que científicamente se conoce como período. También se las podría hacer a Uds., que viven en Cádiz. Si se asoman al bonito mirador de Santa María del Mar un día de poniente fuerte, ¿cuál sería el ‘ritmo’ de esas olas?: ¿30 segundos?, ¿15 , 8 o acaso 4 segundos?, por poner unas cifras.¿Y si fuera un levante? Si es Ud. pescador y se pasa horas junto a sus cañas mirando al mar, posiblemente no habrá prestado atención al ‘ritmo’ de sus olas, aunque sí que podrá decir si éstas eran grandes o pequeñas; o incluso podría haber estimado su altura, si rompen y dónde, pero no creo que su período. No se preocupe, casi con toda seguridad les va a pasar lo mismo a mis alumnos de Ingeniería Civil de Algeciras en su primer día de clase. ¡Imagínese si esa pregunta se la hubiera hecho a mis otros estudiantes de Madrid, en donde el mar no deja de ser un anhelado recuerdo del verano para los más afortunados Les voy a ayudar en la respuesta: un día de poniente fuerte, las secuencias o períodos de las olas podrían ser de unos 14 segundos, mientras que otro día, con un poniente medio, el período bajaría a unos 8 segundos. Cuando soplen los levantes, estaríamos hablando de secuencias mucho menores, entre 4 y 8 segundos a lo más.

¿Pero es eso tan importante? Pues mucho. Déjenme que se lo aclare. Cuanto más grande sea el período, las olas se desplazarán más rápidamente en el océano, sin importarle su altura. Así, nuestros ponientes viajarán en la mar océana con mayor velocidad que nuestros levantes. Ello explica algo que seguro que sí habrán observado: el que las olas de mar de fondo llegan a nuestras playas en grupos, de distintas alturas. Entre los hombres de la mar se habla de las ‘Tres Marías’ –tres olas mayores que vienen seguidas, junto a otras más pequeñas–. La explicación es la siguiente: cuando se genera una tormenta bien lejos de la costa, las olas producidas por los vientos más fuertes viajan con más velocidad, que las que se han formado con rachas menores. Así, en medio del océano, se van adelantando unas a otras, formando paquetes o grupos de olas que van llegando a la playa después de haber recorrido miles de kilómetros. Por eso, cuando, por ejemplo el viento cambia de poniente a levante, en la playa se mezclan el ritmo de las olas más cortas, las que vienen del este, con las más largas, del oeste, que todavía están viajando desde grandes distancias. En el Pacífico, ese ‘ritmo’ de las olas es muy espaciado, de hasta 30 segundos entre una cresta y la otra, y por tanto, las distancias entre ellas son mucho más grandes que las que estamos acostumbrados a ver aquí. Uno de mis escritores favoritos, Jack London, un gran aventurero que navegó por los mares del sur y dio a conocer a los primeros ‘beach boys’ que practicaban el surf en Hawai, describió esas olas magistralmente en su libro ‘El Lobo del mar’ –«Nunca imaginé que el mar fuera una cosa de tales dimensiones. Las olas que hasta ahora habíamos encontrado eran ondas, comparadas con éstas, que medían entre cresta y cresta medio kilómetro»–.

¿Y hay olas que tengan otros ‘ritmos’? –espero que me pregunte algún estudiante con interés–. Pues sí, hay otras olas, más raras, que no estamos acostumbrados a ver, que tienen ‘ritmos’ mucho más largos, de varios minutos o más. Incluso hay unas olas que causan muchos problemas en las dársenas de los puertos, que suben y bajan, como si movieran el agua en una bañera a un ‘ritmo’ muy lento, y que apenas se distinguen. Son las que hacen que las estachas de los buques se rompan y se originen grandes corrientes en las bocanas de las dársenas. En Ciudadela, estas situaciones –conocidas localmente como ‘rissague’– se producen con determinadas condiciones metereológicas, y hacen que su puerto, de forma rectangular, oscile rítmicamente, causando grandes daños.

¿Y los tsunamis, qué ‘ritmo’ tienen? –estaría encantado de que me lo preguntasen, señal de que les interesa esta mi primera clase– A Uds., si me lo permiten, les hablaré de ello y de más cosas, en mi próximo artículo, cuando se acerque la efeméride del maremoto de Cádiz, que azotó nuestra costa en 1755, el día de ‘Tosantos’.

No obstante, debo estar preparado por si algún alumno despistado entra a última hora en el aula, a toda prisa. Y sin encomendarse a nadie pregunte: «¿Oiga, y esta asignatura, cómo se aprueba?».