la última

El estallido de Cataluña

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

CiU perdería 10 escaños en el Parlamento de Cataluña si se celebraran ahora elecciones autonómicas, al pasar de los 50 diputados actuales a 40 o 42, mientras que ERC ganaría hasta 7 diputados más de los 21 que tiene actualmente, según el último barómetro del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO).Ésta es la previsión del último barómetro del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO), realizado entre el 4 y el 14 de febrero sobre una muestra de 2.000 personas, que señala que por primera vez ERC supera a CiU en intención directa de voto –los datos obtenidos antes de ‘cocinarlos’–, con un 20,9 % frente al 19,3 %.

Esta desagradable noticia para el gobierno catalán sucede poco después de la débacle que ya padeció CiU en las elecciones anticipadas de noviembre pasado, convocadas por Artur Mas después de la negativa de Madrid a negociar el ‘pacto fiscal’ para tratar de conseguir una mayoría extraordinaria con la que impulsar la opción soberanista. En aquellas elecciones, CiU obtuvo sólo 50 diputados, 12 menos en que las anteriores elecciones de noviembre de 2010, en tanto ERC subía de 10 escaños a 21. En otras palabras, la relación CiU/ERC ha pasado de ser 62/10 en 2010 a 50/21 en 2012 y a 40/28 en el mencionado sondeo. El ‘sorpasso’ de los republicanos parece estar al alcance de la mano.

Ayer, Carles Castro, un especialista en asuntos electorales, publicaba en ‘La Vanguardia’ un análisis en el que examinaba la posibilidad de ruptura de las grandes formaciones catalanas, CiU y PSC, ambas tensionadas por la pulsión soberanista. En CiU, el independentismo de CDC choca con el confederalismo no rupturista de UDC, lo que podría dar lugar a una ruptura en la que Convergència se quedaría con el 75% de los votos/escaños y Unió, con el 25% (el criterio, muy débil, utilizado por Castro para aventurar esta correlación de fuerzas es el resultado de las elecciones de 1977). En el caso del PSC, el PSOE se quedaría con el 62% de los votos/escaños ( en este caso, Castro argumenta que en las encuestas de Feedback para La Vanguardia el 28% de votantes del PSC apuesta por la ruptura con el PSOE).

Parece claro que si progresa el avance de ERC sobre CiU –y todo indica que continuará mientras el gobierno de la Generalitat mantenga el activismo independentista, ya que los partidarios de una idea política prefieren siemper la oferta genuina a la copia– y las citadas tensiones identitarias terminan fracturando las organizaciones, la política catalana se sumirá en el caos y Cataluña se volverá ingobernable. Pero, además, tales disensos y rupturas repercutirán indudablemente sobre la paz social y sobre la estabilidad económica, ya muy alteradas por la crisis.

Habrán de ser los propios catalanes quienes ponderen la deriva actual y tomen las oportunas decisiones, pero todo indica que la solución pasa por reconocer el mal cálculo que Artur Mas ha hecho de sus propias fuerzas –el varapalo sufrido por CiU en noviembre hubiera justificado por sí solo la dimisión de su promotor– , por la recuperación de los programas políticos originarios –CiU se ha puesto ideológicamente en manos de ERC– y por la apertura de un gran diálogo con el Estado para resolver pacíficamente los diferendos existentes.