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Pabellón 'escombreras'

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El gaditano, y digo bien, solo el gaditano y no la gaditana, gentilicio, masculino, singular, nace con un don particular. A partir de una determinada edad, es impresionante su afición singular para realizar el seguimiento a cualquier obra pública. En estos tiempos que corren se le ha privado de tal devoción, y pasear Campo del Sur arriba, paseo Avenida de la Bahía abajo, sin una mísera obra que controlar, sin un triste comentario sobre su ejecución que compartir con sus compañeros de paseo matutino, se ha convertido en un auténtico calvario.

Algunos estamos de suerte, vivir cerca de solares, uno de la Junta de Andalucía y otro de propiedad Municipal, te da cierta ventaja. Tener la posibilidad de otear desde la altura la evolución de las majestuosas obras es un privilegio al alcance de pocos.

El primero hace más de ocho años que se convirtió en un solar baldío. Ni pensamiento de que allí se vaya a construir la tan manida Ciudad de la Justicia. Ha pasado tanto tiempo que están floreciendo especies arbóreas de las que adornaban el precioso Jardín de la Institución Provincial Gaditana, ese en él que se llegaron a catalogar más de un centenar de plantas, y del que se editó un libro para disfrute de botánicos expertos.

El segundo lleva menos tiempo, solo cinco años, pero no por eso deja de ser un incordio para la comunidad educativa del centro escolar aledaño. Ruido y arena, polvo e incomodidad, se han convertido en compañeros de clase del alumnado y profesorado de ese centro olvidado de las diferentes administraciones. Durante meses se han realizado perforaciones y prospecciones arqueológicas. Con sumo cuidado y herramientas delicadas, cepillos, escobillas y palustre de pequeño tamaño, han salido a la luz necrópolis y tumbas. Con un sol de justicia y sorteando las normas básicas de seguridad, trabajadores, expertos y colaboradores, han descubierto parte de nuestro pasado fenicio y romano. Cuando todo parecía que daba por concluido ese proceso preliminar y eterno de cualquier obra pública, durante el cual nadie se atreve a predecir si se ha iniciado de manera definitiva o no, viene la maquinaria pesada, excavadoras, camiones y niveladoras y empiezan a utilizar el solar como auténtica escombrera.

El futuro pabellón deportivo, diseñado y proyectado con acero y cristal, se ha convertido en un solar terrero en el que solo aparecen algunos operarios y camiones que lo cubren de escombros y tierra de diversos colores.

Muchos nos tememos que los tiempos sean los mismos que se dieron en el Pabellón del Casco Antiguo que estuvo paralizado durante cerca de una década.

El futuro Pabellón conservará su nombre, Fernando Portillo, propongo uno más acorde con su uso Pabellón Escombreras.