CURARSE EN LA MESA

La piel, un comensal con gustos exquisitos y saludables

Es lo primero que los demás ven de nosotros, pesa unos tres kilos y cubre alrededor de dos metros cuadrados del cuerpo de un adulto

MADRID Actualizado: Guardar
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Se acerca el verano y es hora de mostrar más piel que de costumbre. Es entonces cuando muchas personas comienzan a preocuparse del estado de ese órgano que funciona como barrera protectora.

«La tengo escamada», «la noto muy seca» y «hay que hidratarla antes de tomar el sol» se convierten en frases típicas de la rutina diaria, pero ¿por qué ‘se estropea’ la piel? Además de esa función de barrera ante enemigos externos y de órgano sensorial que informa sobre la temperatura, la humedad o previene de peligros a través de sus receptores del dolor, la piel sirve también como reserva mineral y participa en la oxigenación de nuestro cuerpo, contribuyendo así a la respiración, como explica la escritora y experta en salud Marie Borrel en su libro ‘Mi cocina para la belleza’, editado por Hispano Europea.

Para poder atender a tantas funciones, la piel se compone de tres capas: la epidermis que es la que vemos, la dermis y la hipodermis. Es la capa central la responsable de nutrir a todas las células de este órgano para que puedan cumplir sus funciones, por lo que necesita que la sangre le aporte cantidades suficientes de nutrientes como vitaminas, minerales, glúcidos... Todas ellas sustancias que el cuerpo toma de lo que cada uno le suministramos.

A menudo, los excesos en la alimentación más propia del invierno (más rica en grasas animales y más pobre en verduras y frutas) y el frío, uno de los factores que más contribuyen a la sequedad de la piel, han ido desmejorándola. Si a eso le sumamos el estrés, el menor consumo de agua y ese sol del que solo nos protegemos en verano entenderemos el deterioro.

Para combatirlo y mejorar la salud y el aspecto de la piel, de modo que pueda llegar a ser luminosa, no solo hay que quedarse en los afeites externos, si bien de cara a la primavera es bueno usar cremas que lleven componentes humectantes (glicerina) que atraigan el agua dentro y con efecto oclusivo (lanolina) que sirvan de barrera para no perder el agua epidérmica, sino que hay que alimentarse e hidratarse adecuadamente. Alimentos ricos en vitaminas A,B,C y E aportan antioxidantes que, si bien no revierten el envejecimiento, sí mejoran su apariencia. Minerales como el zinc o el cobre ayudan a mejorar la resistencia a las alergias cutáneas y la reactividad de la piel ante ellas. Otros, como el selenio, ayudan a deshacerse de sustancias contaminantes y forman parte de esa muralla antioxidante asociada a las vitaminas asociadas.

En cuanto al azúcar, de donde las células sacan la energía, siempre es mejor elegir aquellos alimentos que contienen glúcidos lentos como las legumbres y la fruta fresca.

A la hora de cocinar, Borrel aconseja: no pelar las hortalizas mucho antes de cocinarlas, evitar las cocciones largas y fuertes que dañan los nutrientes y priorizar las cocciones al vapor, los estofados a fuego lento y los horneados suaves, que además preservan el sabor de los alimentos.