nutrición

Puchero y sobremesa contra la crisis

"Qué y con quién comemos y cómo nos movemos son las tres claves para una dieta sana", afirma la doctora y experta en Medicina Preventiva y Salud Pública María Sáinz

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"Qué y con quién comemos y cómo nos movemos son las tres claves para una dieta sana", afirma la doctora y experta en Medicina Preventiva y Salud Pública María Sáinz, presidenta de Fundadeps, la Fundación de Educación para la Salud que, junto a la Complutense, se encarga de la campaña de prevención cardiovascular ‘Con corazón y sin malos humos’.

"Dejamos de hacer comidas con amigos por si gastamos de más, algo que no tiene nada que ver porque se puede hacer por poco dinero. Paulatinamente, la persona afectada por la crisis se va aislando, lo que hace que cada vez sienta más pena, más angustia, más soledad, con lo que la depresión crece. Es entonces cuando buscará cualquier cosa con la que se pueda sentir saciado, por lo que consumirá alimentos ricos en grasas porque les darán una momentánea sensación de plenitud", explica la doctora.

Hay que ser realista. No es la pérdida de poder adquisitivo la que nos hace comer peor, ya que en el mercado hoy encontramos una amplia gama de alimentos baratos capaces de nutrirnos perfectamente: "Lo que hay es una crisis cultural. La dieta mediterránea, que está basada en la cuchara, es algo que hoy hemos perdido. Y la cuchara son caldos, son purés, son potajes y todo eso no es caro, porque patatas con un poquito de carne y verduras es de lo más barato que hay", explica.

En la cesta semanal tiene que haber, a diario, pan, pasta, arroces, ricos en hidratos de carbono que aportan pocas calorías y se queman rápido; lácteos y sus derivados, que nos aportan calcio, vitaminas y minerales; patatas, batatas y alimentos de este tipo, al menos tres veces a la semana, y verduras y frutas (al menos dos piezas diarias) y mejor de temporada porque, además de más baratas, son más ricas.

Y como hay que comer un poco de grasa al día, aceite de oliva en poca cantidad en las ensaladas. Luego, y solo dos o tres veces a la semana, podemos permitirnos lo que además encarece la compra: un pescado o una carne, pero no todos los días; suele pensarse que eso hay que tomarlo a diario y no es así porque ni siquiera es saludable. El resto de días, si queremos poner unos trocitos de carne o de pescado en un puchero, perfecto, pero no piezas enteras. Y, los caprichos dulces, muy de vez en cuando.