El poeta gaditano, Carlos Edmundo de Ory. / Manuel Manzano
CARLOS EDMUNDO DE ORY | POETA

«Del silencio viene todo»

«Escribo del mundo de la nostalgia y de la lejanía, sobre este mundo que me horroriza, de pensamiento único, donde todas las ciudades son iguales, y de eso me alejo»

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El poeta advirte al periodista, «no me gusta hablar de mí, nada de preguntas sobre mi, además también soy periodista, esto va a ser una conversación entre usted y yo». Con una personalidad de resistente desde la literatura en complicidad con el lenguaje y la naturaleza, Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923) presentó ayer, en el Ateneo de Madrid, su nueva obra, Los aerolitos. Su identidad creadora ha sido definida por Sánchez Robayna: «Insobornable y manteniendo la misma distancia de siempre respecto a toda clase de poder, Ory ha hecho de lo poético una suprema armonía».

-¿Por qué 'aerolitos'?

-Vienen del cielo, por eso se llaman así. De repente me salen. No son máximas moralistas. Los aerolitos es un buen nombre para estos pensamientos muy sutiles, no ra-cionales. Cosas del lenguaje, yo trabajo el lenguaje, lo mismo que el panadero hace pan, el lenguaje es un objeto maravilloso. Es lucidez, algo que viene de la luz. Es mi tercer libro de aerolitos.

-Menciona mucho a la muerte.

-Es fundamental, la muerte es la vida, no se puede olvidar.

-¿Y su encuentro con la poesía?

-No se sabe cuándo se produce. Me está llamando, es una orden. Cuando se tienen dones misteriosos no hay que especular con eso. Cuando tenía cuatro años mi padre me dijo «tú serás poeta». Mi camino a la poesía nace con los sonetos, una pieza que domino. Yo leí mucho a Juan Ramón Jiménez y San Juan de la Cruz. Lo que más me gusta que me digan es que soy discípulo de San Juan de la Cruz. De todas maneras pienso que no se puede ser poeta joven. Soy un músico y místico, artista de la mística. Creo que la poesía viene del alma. La auténtica poesía es trascendente, son plegarias. La poesía no tiene nada que ver con la retórica ni con la literatura.

-¿Por qué el silencio?

-Para mí es muy importante. Del silencio viene todo. La poesía viene del silencio y va al silencio. Y eso hace que yo huya de la fama y busque la soledad. Se nota también en mis cuentos que son como sueños. Y voy por los caminos del mundo. Hablo mucho de la nostalgia, de la lejanía, sobre todo en este mundo que es horroroso, de pensamiento único. Hoy todas la ciudades son iguales y de eso me alejo. No soy poeta urbano. Yo no vivo ni tengo mundo literario.

-¿Cree en la 'poesía del silencio'?

-Yo no creo en eso. Yo hablo del si-lencio auténtico, vivido. Soy un hombre de la realidad. No me gusta la ilusión ni la quimera.

-¿Y su narrativa?

-Son cuentos de la tradición de Kafka, Edgar Allan Poe, Hoffman, de los cuentistas fantásticos. Son cuentos de poeta, historias imaginadas, con un lenguaje transparente y normal, directo, realista, aquí no hay juegos.

-¿Cómo le forja su infancia?

-En mi infancia el mar es importantísimo. Es muy importante ha-ber nacido a la orilla del mar porque el mar es el horizonte. Mis verdaderos maestros fueron los elementos, el mar, el agua, el viento, la naturaleza. Soy poeta de la naturaleza, en mi poesía están los árboles, los animales, los montes. Todo eso está presente en mi in-fancia. De ahí me viene también la condición de ser errante, sobre todo la lejanía, el más allá. No soy nada sedentario sino viajero. Cádiz es una ciudad pequeñita, una isla y eso me llevó a ser un alma viajera por el mundo. Es im-portante el horizonte. No puedo estar quieto.

-¿Qué libros le marcaron?

-Sobre todo Dostoievski, El idiota me impresionó. También El hombre que ríe de Víctor Hugo.

-¿Y de profesor universitario?

-He sido un profesor abierto, amigo de mis alumnos que decían que la Universidad era mi casa. Soy profesor de energía y entusiasmo, invento la comunicación. Fui también bibliotecario en Madrid du-rante doce años. Soy poeta, ensayista y viajero, me gusta explorar, conocer gente. Una vez escribí sobre los ríos que he conocido, hice una geografía viajera a través de los ríos. Los ríos me re-cuerdan el poema de Jorge Manrique. Me gustan los montes, que son escaleras del cosmos. Los alpinistas son los místicos de las alturas.Y también soy marino, mis estudios fueron de Náutica. Mi abuelo fue el almirante de Cavite (Filipinas). Me gusta descender a las profundidades. Las estalactitas y estalagmitas son muy importantes. Siempre escribo de lo que he visto. Si escribo sobre los abedules, primero tengo que verlos.

-Dicen que es coleccionista de muchas cosas.

-Colecciono piedras, en mi casa las hay por todas partes. Y figuras de caballo, que es el animal más noble y bello. Me encantan las joyas y los relojes antiguos, que los conservo parados.

-¿Idealista?

-Se confunde ideal con sueño y no hay que confundir palabras. Me gusta la realidad, El ideal es una huida de la realidad. Yo no soy idealista, voy a lo concreto, golpeo una pared y me duele la mano. Pienso en los pobres que pasan hambre, las mujeres que sufren, los perseguidos, esa es la realidad. Hablo de lo que pasa, del horror del mundo donde los partidos políticos son muletas y yo tiro las muletas, quiero andar sin ellas.

-¿Acrata?

-Sí, como los anarquistas chinos de la antigüedad. Soy vitalista, creo en la mística de la verdad. El que haya tantas injusticias en el mundo me desespera. Creo que hay que estar muy despierto para conocer el mundo.

Entrevista publicada por LA VOZ el 15 de febrero de 2005