Eduardo Vergara abandona el Bar El Rincón después de cuatro décadas al otro lado de la barra. :: LA VOZ
CÁDIZ

Más de media vida en El Rincón

Eduardo Vergara se despide de uno de los bares más señeros de San Juan de Dios El clásico establecimiento modifica su fisonomía tradicional tras la jubilación del que ha sido su arrendatario en las últimas cuatro décadas

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El día que nació, su padre se acercó a la Iglesia y le puso como nombre Eduardo. A los pocos días en el juzgado, su progenitor cambió de idea y decidió llamarle Francisco. Pero en San Juan de Dios como a Camarón, Juan Villar, Chano Lobato y otras figuras que han pasado por el Bar El Rincón todo el mundo lo conoce por Eduardo, su nombre artístico.

Un día un borracho entró en este clásico establecimiento de San Juan de Dios y, entre balbuceos, le dijo algo así como «ponme un vaso Pepe». A renglón seguido otro cliente le pidió «el café de todos los días Eduardo». Así que al borracho no le quedó otra que pedirle el carnet de identidad y cuando vio que en el DNI ponía Francisco ya empezó a preocuparse por su estado.

En 1970, un tímido empresario que acababa de cumplir 32 años, en lugar de irse a Alemania como Alfredo Landa, fue osado y decidió montar un negocio en San Juan de Dios. Eran «tiempos difíciles» como reconoce el propio Eduardo, pero «había mucha más vida que ahora gracias al muelle». Cuando recuerda aquella época lo hace con cierta nostalgia y le da la razón a los que hablan de crisis: «antes la gente se tomaba dos cafés, pero ahora sólo uno». Confiesa que no se ha hecho rico y que ha ganado «más amigos que dinero».

Entre los asiduos al local a lo largo de tantos años grandes personajes de la vida gaditana, célebres y no tan célebres, como Aurelio Sellés, Felipe Campuzano, Jerónimo Almagro o El Pantera de Cádiz, que se dedicaba a pintar delante del escaparate.

En cuatro décadas sólo se ha ausentado de su puesto de trabajo una semana aquejado de una hernia. Admite haber conocido a más gente «buena que mala» y sólo se lamenta de que le han robado seis veces. Eso es lo peor, encontrarte el cristal roto porque ya no tiene remedio. En este caso añade que «siempre ha estado el típico listo que se va un día sin pagar y al día siguiente quiere hacer lo mismo. A veces lo solucionabas quitándole el paraguas sin que se diera cuenta y quedándotelo como moneda de cambio». Su esposa, Ángeles Gaviño, admite que en todo este tiempo ha sido «madre soltera» y se lamenta, aunque con cariño, que «no se jubilara antes y haya esperado hasta los 72 años». Añade que han sido muchos años al pie del cañón y que «ha llegado el momento de ver los partidos del Barça por la tele y de disfrutar de la playa algo más que los domingos de agosto».

Desde el 1 de enero, Eduardo es incapaz de pasar por El Rincón «Fui a ver el nuevo Mercado y di un rodeo para no coger por allí. Además con el mal tiempo tampoco he salido tanto». Sin duda, la lluvia navideña, al menos de momento, ha ahuyentado su nostalgia.