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«No tengo prisa para que se vaya de casa»

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Antonio Calvo lleva prácticamente toda su vida trabajando como comercial de golosinas y entiende que «la situación que les ha tocado vivir ahora a los jóvenes, como es el caso de mi hijo, no resulta fácil». En cierto modo justifica la actitud de los adolescentes «porque aunque tengas ganas de trabajar a esa edad no hay nada donde agarrarte. Ahora es muy complicado encontrar un trabajo por mucha formación que tengas».

Asegura que no tiene ninguna prisa para que su hijo se vaya de su casa y haga su vida porque «ésta es su casa y estamos encantados que esté con nosotros». Considera que es la opinión de muchos padres. La cara opuesta a esta versión paternal la encontramos entre varios jóvenes de Puerto Real. No pasan de los 16 años y se muestran orgullosos de vivir en casa de sus padres y no dar golpe. Son jóvenes que viven en las 512 y su paso por las aulas ha sido mínimo.

«Yo no pienso trabajar», comenta uno de ellos. «Chiqui, ¿tú qué piensas?», le pregunta a su compañero. «¡Yo tampoco!» Lo que podrían parecer respuestas graciosas llevan demasiado fondo social.