
Fervor por las cosas bien hechas
Una mujer dotada de un exquisito tacto y sensibilidad
Actualizado: GuardarLa profesora María del Mar García Guzmán no necesita esgrimir argumentos dialécticos para demostrarnos la notable importancia que ella concede a algunos asuntos que la mayoría de los mortales consideramos como insignificantes. Las actitudes y los comportamientos que ella adopta en la vida cotidiana ponen de manifiesto que, aunque no los explique con grandilocuentes discursos, ella está en posesión de un conjunto de principios éticos y de pautas psicológicas que hacen que sus actividades -la familiar y la profesional- armónicamente equilibradas, discurran por esos senderos luminosos que conducen hacia el bienestar humano razonable, aunque, a veces, tenga que sortear las inevitables dificultades que entorpecen nuestra cotidiana andadura.
Estoy convencido de que, efectivamente, hay ideas y sentimientos que no necesitamos expresarlos verbalmente sino que es suficiente con que los sintamos y los experimentemos: los alicientes más gratos de la vida humana los encontramos dentro de nosotros mismos; es ahí donde encerramos los tesoros más bellos y los más valiosos.
Con la paciencia que le confiere la esperanza y con la seguridad que le proporcionan sus convicciones, los días de María del Mar discurren de una manera remansada. Ésta es la razón, a mi juicio, de la fertilidad de las semillas que ella deposita quedamente en las conciencias de sus hijos, y éste es también el secreto de los mensajes que ella transmite a sus alumnos. María del Mar es una mujer servicial, atenta y comprensiva, que está dotada de un exquisito tacto y de una delicada sensibilidad; moderada en sus juicios y conciliadora en sus propuestas, posee, sobre todo, un estricto sentido de la realidad. He fijado mi atención, sobre todo, en su solidez moral, en su modestia y en la capacidad para conjugar la firmeza de sus principios con un espíritu siempre abierto al diálogo y a los nuevos planteamientos. Por eso ella sigue la senda de la discreción y de la tenacidad, dando muestras evidentes de su paciencia, una virtud, que según ella, la aprendemos con los años, tras llegar a la conclusión de que cada día trae problemas nuevos y soluciones diferentes.