vivir la vida (II)
Actualizado: GuardarHace unos días mi querida compañera de fatigas me pasó el guante, y no he tenido más remedio que cogerlo presta. Efectivamente, querida Pepa, hay momentos en los que peligra nuestra perspectiva y corremos el riesgo de perder de vista lo que verdaderamente importa. Hay ocasiones en las que se te viene el mundo encima y piensas que nada podía ser peor, pero siempre hay algo por lo que seguir luchando. A veces las dudas surgen y te replanteas tu existencia; a veces te cuestionas si no hay otras cosas fuera de lo que te quita el sueño a las que prestar más atención y, sobre todo, si los de tu alrededor te valoran y te aprecian en la medida en la que tú te mereces. Una de las cosas que más importan, sin embargo, es que uno se sienta satisfecho consigo mismo independientemente del mundo y que vaya con la cabeza bien alta por la vida. Estúpidos integrales los ha habido y los seguirá habiendo; lo necesario es ser inteligente y pensar en el bienestar de uno mismo.
Todas estas cuestiones se me agolpan en la mente junto con tantas otras, pero la única conclusión a la que llego que en realidad merece la pena es que lo que más importa es aprender a ver la luz al final del túnel; es disfrutar de lo que uno tiene y sacarle el máximo partido a los momentos. Es aprovechar un día de descanso para bañarte en el mar, para tomar el sol o simplemente para relajarte en tu sofá. Es dedicar la última hora del día a tomarte una cerveza con los amigos; es planear un viaje en el que has puesto todas tus ilusiones; es comprarte algún trapito para olvidar las penas y, sobre todo, es dar gracias porque nuestros santos varones nos esperan en casa con un gin tonic en la mano para recordarnos que «no se acaba el mundo».