Acera donde ardieron las motocicletas en abril, en la tarde de ayer. / ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

El Ayuntamiento prohibirá aparcar en dos calles de Loreto para evitar el riesgo de incendio

Los vecinos de las tres viviendas quemadas en la calle Carlos Haya vuelven a sus hogares tras permanecer tres meses y medio realojados

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Las motos han desaparecido prácticamente por completo de la calle Carlos Haya, en el barrio de Loreto. Casi nadie aparca ya sus ciclomotores en la zona, después de que casi una treintena de ellos fueran quemados por un pirómano en un espectacular incendio el pasado 21 de abril. Con el tiempo, sin embargo, el vacío de las motos fue ocupado por decenas de coches, para indignación de los vecinos de la calle que aún recuerdan las llamas de decenas de metros de aquella noche, hace tres meses y medio.

La imagen de la calle repleta de coches, sin embargo, cambiará en menos de un mes. Ya que a la vuelta de las vacaciones de agosto está previsto que el Ayuntamiento prohíba aparcar definitivamente tanto motos como coches, en la calle Carlos Haya y en la paralela calle Plus Ultra, donde los vehículos también se estacionan a un escaso metro de las fachadas.

Ambas calles serán catalogadas como zonas de «alto riesgo» por incendio, según un compromiso del Ayuntamiento el pasado mes con la asociación de vecinos de Campo de las Balas, que fue acordado en la pasada Mesa de Emergencias y Seguridad.

Según la asociación vecinal, a partir de septiembre podría llevarse a cabo tal prohibición, aunque todavía está prevista una segunda reunión ente los vecinos y la policía para establecer los límites de la medida.

Firmas de los vecinos

El disco de prohibición ya fue colocado en la zona donde ardieron las 27 motos, pocos días después del siniestro. Pero entonces las opiniones de los vecinos estaban enfrentadas y mientras unos recopilaban firmas en contra del aparcamiento, otros muchos se quejaban al perder las plazas en una zona masificada de coches.

De este modo, a finales de junio el disco fue retirado, con la indignación y quejas de una parte del vecindario.

La nueva prohibición a partir de septiembre supondrá la pérdida de unas 20 a 30 plazas de aparcamiento entre ambas calles. Sin embargo, la medida llega ahora con mayor consenso vecinal, ya que para compensar la desaparición de estacionamientos, la asociación de vecinos negocia la habilitación de unos terrenos vacíos, que podrían servir de bolsa de aparcamiento.

«El solar pertenece a Hacienda, y en él está prevista la construcción de 80 viviendas de protección oficial; pero mientras no comiencen las obras, podría utilizarse como aparcamiento», explica el presidente vecinal Pepe Aragón, que ya a finales de junio mantuvo las primeras reuniones con Zona Franca para solicitar el solar. «Estamos a la espera de la respuesta al respecto del Ayuntamiento y de Zona Franca», recordaba ayer Aragón: «En verano hemos parado, pero retomaremos las negociaciones en septiembre», añadió.

Tras el incendio de abril también se habilitó un nuevo aparcamiento para motocicletas en la calle Hidroavión Numancia, perpendicular a Carlos Haya, en una acera libre de edificios. Además, la barriada cuenta con otros tres aparcamientos sólo para motos, en la propia plaza de la Virgen de Loreto y ante la sede de la Asociación de Vecinos Campo de Aviación.

Vuelta a casa

Tres meses y medio después del tremendo incendio, en la calle Carlos Haya apenas quedan ya restos que recuerden al fuego. Sólo una ventana que aún no ha cambiado las persianas, derretidas por el calor, y el cartel quemado de un local, que no han terminado de retirar.

Esta semana, en el bloque 1 (el más afectado por las llamas, al estar las motos incendiadas junto a él) volvían a sus hogares al menos dos de las tres familias que vieron sus casas ardiendo: un piso en la primera planta y otro en la tercera, a los que entraron las llamas de la calle a través de los balcones.

Durante tres meses, estas familias han permanecido en hoteles, apartamentos de alquiler o en casas de sus familiares, mientras se realizaban las labores de rehabilitación de sus casas calcinadas.

«Nos la han arreglado entera», explicaba ayer Carmen, vecina del edificio que, además de verse obligada al realojo temporal, también sufrió quemaduras en el brazo y la cabeza durante el fuego. «Ya hemos vuelto y todo vuelve a la tranquilidad», concluyó.