TRADICIÓN. La familia ha tachado la sentencia de falta de respeto a su cultura. / MIGUEL GÓMEZ
Ciudadanos

El matrimonio precoz, un debate abierto en Mauritania

El caso ha sido seguido en el país africano no sólo por medios afines a la familia, sino también por sectores que buscan el fin de esta práctica «tradicional»

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El caso de la niña mauritana ha tenido repercusión mediática fuera de nuestras fronteras, como quedó patente en la cobertura de la última vista ante la Audiencia Provincial, donde se dieron cita diversos medios de origen árabe como las televisiones por satélite Al Yazeera y Al Harra, que en muchos casos han enfocado sus informaciones hacia una falta de respeto hacia las tradiciones mauritanas. Un argumento usado también por la misma familia de los condenados.

En Mauritania el asunto «se ha vivido con gran pasión», reconocía un periodista mauritano, corresponsal en España. Con todo, no todos los medios mauritanos se han mostrado partidarios de estos argumentos, ni han dado sus oídos a los familiares. De hecho, el caso también ha servido para resucitar un viejo debate que late en los sectores más progresistas de Mauritania, que defienden el fin de «esas tradiciones medievales» como es el matrimonio precoz. Una «tradición» prohibida de hecho por la ley mauritana, pero que se sigue practicando en los entornos rurales de acuerdo a las leyes consuetudinarias, que el gobierno mauritano consiente.

El caso de la menor puertorrealeña ha sido aprovechado también por analistas mauritanos, que han visto en esta condena una oportunidad de revivir el debate sobre la convivencia de leyes que prohíben, por un lado, el matrimonio precoz y, por otro, las tradiciones religiosas que lo perpetúan.

Así, medios mauritanos, como Cridem.org, son un buen ejemplo de este tipo de voces críticas que desde el interior del país han recordado que «las tradiciones» a las que apelan los familiares atentan contra convenciones internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño, de Unicef. Convención que el propio país mauritano «ha ratificado». A través de su página web, se tacha de «trampa» el «relativismo cultural» utilizado hasta ahora por la familia. Y recuerda que el matrimonio precoz está prohibido en Mauritania, según una ley de 2001 destinada a los derechos de la mujer: «El CSP (siglas del Código del Status Personal, el nombre de la ley) dice que la capacidad de casarse se lleva a cabo [en Mauritania] por cada persona dotada de razón y de 18 años de edad». Y se preguntan desde Cridem.org si «¿el código prohibe el matrimonio precoz?». Respondiendo claramente que «sí».

«Este tipo de matrimonios tienen profundos efectos en el desarrollo físico, intelectual, psicológico y emocional» de las pequeñas, que son casadas contra su voluntad, responden desde esta web asentada en Mauritania, que recuerda que en aquel país el matrimonio supone además el descenso en la escolarización de muchas mujeres mauritanas y «es también una de las causas de las altas tasas de mortalidad materna», ya que todo matrimonio forzado «es sinónimo de embarazo».

La convención de Unicef no es el único acuerdo internacional al que se ha sumado Mauritania. Desde Cridem.org insisten en recordar que entre los tres «Objetivos de Desarrollo del Milenio» destacan fundamentalmente «la igualdad de género y la autonomía de la mujer».

Del mismo modo, estos objetivos buscan «dar a las mujeres la igualdad de competencia para intervenir en las decisiones que afectan a sus vidas».

Y recuerdan más que explícitamente que «sacar una adolescente del colegio, casarla con un adulto que la puede repudiar es una extraña manera de preocupación por parte de los padres», concluyen.