Itziar Elorza. / ÓSCAR CHAMORRO
PERFIL ITZIAR ELORZA GUISASOLA

Mujer serena y segura

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Las actitudes firmes y los comportamientos coherentes de Itziar nos proporcionan argumentos suficientes para disolver una generalizada imagen femenina estereotipada que, progresivamente, se va extinguiendo y que, en muchos casos, carecía de fundamentos reales.

Mujer sencilla y auténtica, está bruñida por el trabajo y por las dificultades de la vida, sabe encarar con tino los asuntos delicados y adopta las decisiones arriesgadas manteniendo siempre su gesto apacible e infundiendo una confianza a todos los que ella ha dedicado su vida.

Itziar transmite esa serenidad y esa seguridad que nos inspiran los seres nobles, auténticos y serios. Impulsada por un afán de rigor, de autoexigencia y de calidad, la excelencia constituye la meta suprema de todas sus tareas; por eso es detallista, rigurosa y exigente. Con su peculiar so-briedad expresiva y, sobre todo, con sus actitudes transparentes nos explica cómo la familia, cimentada en el amor fiel hasta la muerte, constituye para ella el cauce privilegiado por el que discurren los valores más apreciados de nuestra existencia humana: «Es el lugar donde, incluso en medio de las mayores dificultades y de los obstáculos, nos resulta posible vivir en plenitud las experiencias más bellas y más llenas de sentido para los hombres y para las mujeres de nuestro tiempo».

No es extraño por lo tanto que ella haya creado en su hogar un ambiente de cordialidad, un clima de libertad y una atmósfera de comunicación.

Y es que Itziar ha cimentado su vida en el respeto y, sobre todo, en el amor, un sentimiento que no confunde con el gusto, con el interés, con el deseo o con la pasión, sino que lo concibe y lo practica como una fuerza generosa y como una donación gratuita que nos hace fuertes y valientes porque, paradójicamente, nos enriquece personalmente, genera los mayores sufrimientos y, al mismo tempo, nos proporciona los más hondos e intensos goces.

En ese fondo residen, a mi juicio, las claves que explican su inagotable capacidad de trabajo y su exquisita sensibilidad artística. Y es que Itziar mantiene su espíritu despierto gracias a las luces que guían sus múltiples tareas: la luz de las verdades en las que ella cree, la luz de las promesas en las que ella confía y, sobre todo, la luz del amor -de los amores- a los que ella ha en-tregado toda su existencia