COMPROMETIDA. Ana Correa encarna a Rosa Cuchillo. / LA VOZ
Cultura

Yuyachkani denuncia los abusos a mujeres durante la guerra civil peruana

Una puerta. Delante, una sombra de 35 piedras tiradas en el suelo. A su lado, una campana colgada del techo y una silla ocupada por una mujer. Es la escena con la que se abre Kay Punku, la obra creada y protagonizadas por las hermanas peruanas Ana y Débora Correa que sirve a este grupo de teatro para narrar la historia real de mujeres andinas que fueron víctimas de abusos sexuales durante la guerra civil entre los militares peruanos y la organización terrorista Sendero Luminoso.

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Kay Punku, -que en quechua significa esta puerta- es la primera de las representaciones -hoy a las 20 horas en el Baluarte de la Candelaria- que Yuyachkani -estoy pensando, estoy recordando- presenta en el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz. El sábado, Ana Correa encarna en la Plaza del Palillero a Rosa Cuchillo, una madre que busca más allá de la muerte a su hijo desaparecido.

Este colectivo de artistas formado hace más de treinta años concibe el teatro como una acción política y una investigación de la cultura, para lo que realizan talleres en comunidades marginadas e indagan sobre la rica diversidad corporal y escénica existente en la cultura popular peruana. En su particular lucha, basada en el diálogo en el escenario, las hermanas Correa denuncian con Kay Punku, la indolencia de los esposos de las mujeres maltratadas durante guerra peruana.

El cartel de esta tarde se completa con las actuaciones de los dos grupos teatrales que estrenaron la nómina de compañías iberoamericanas presentes en el FIT. La asociación colombiana Los Ojos del Hermano Eterno y el Teatro uruguayo de la Gaviota repiten hoy sus representaciones en la Central Lechera y la Tía Norica respectivamente. Ambas obras versan sobre el reencuentro y las dificultades de comunicación en las relaciones personales.