Cádiz C.F.

El Cádiz lo hace fácil

El equipo amarillo gana con solvencia y fútbol a un decepcionante Melilla El primer gol y la expulsión de Acorán dejan el partido sin más historia

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Poca historia. Cuarenta minutos a lo sumo, y sin excesiva brillantez. El tiempo que transcurre desde que el árbitro inicia el partido y lo finaliza con la rigurosa expulsión de Acorán. Este Cádiz posee un potencial tremendo, que rebosa la categoría y que sólo necesita del pulimentado y la pizca de suerte para convertir en pequeño accidente este descenso a los infiernos. Carranza impresiona, la defensa se solidifica. Si para colmo el viento sopla a favor, y en el sentido más literal empujando la bola a las mallas del rival, la trituradora amarilla es imparable. Suma y sigue. Sólo queda disfrutar con tranquilidad y pensar en la próxima cita.

Muy superior

El juego sube de nivel, pero la escuadra de Gracia también. La placidez con la que lograba la victoria en la mañana de ayer no ha de confundir a nadie. El Cádiz lo hace fácil una vez que se guarda las espaldas y mantiene la intensidad en los momentos oportunos. El Melilla no es ni más ni menos que el típico conjunto de Segunda B, rocoso, fuerte en defensa y que aprovecha la debilidad de su oponente. Depende de su rival.

Eso es lo que luciría en esos primeros minutos, aguantando con sapiencia la embestida local y buscando el regalo de una zaga bien comandada ayer por el recién llegado Mansilla. El once de Pastelero se parapeta atrás y lanza contragolpes aniquilados perfectamente por la retaguardia amarilla. En defensa, deja sin espacios a un Cádiz impreciso, pero sobresaliente en actitud y ganas.

El viento y la lluvia perjudican el espectáculo. Caballero y Fran otorgan mayor control de balón a los locales, que desde el principio ejercen su papel de dueño y señor del partido. Pero la rapidez del césped envía al traste cualquier pase en profundidad, un regate o un difícil control. Las condiciones meteorológicas condicionan el encuentro. Hasta que adquieren el total protagonismo.

Falta cerca del área, un tanto escorada. Caballero sorprende a todos y en lugar de centrar se sale del guión con un disparo envenenado. El cuero sobrevuela el horizonte, sorprende al meta y acaba durmiendo en las mallas gracias a Eolo, siempre de vacaciones en Cádiz y que algunas veces decide saldar su deuda con los gaditanos de la manera más insospechada.

Hasta el gol

El primer golpe desestabiliza al Melilla, un adversario duro hasta que su resistencia salta por los aires. Sin el cero en contra, le quedan muy pocos argumentos. Y espolea a un Cádiz que gusta y se gusta. El pequeño de Alcorcón lleva en volandas a los suyos, escoltado por unas bandas que han logrado hacer el campo más ancho que largo. Toedtli es el ariete, aunque la defensa blanquinegra consigue detener su primera embestida.

La diferencia comienza a ser insultante, abrumadora. No hay manera de detener el vendaval, el climatológico y el futbolístico. Y López Acera se encarga de mojar y enfriar hasta el tuétano a los melillenses con la expulsión de Acorán por simular una falta.

La esperanza de los chicos de Pastelero se desvanecía con las últimas gotas de lluvia, y Toedtli echaba el jarro de agua fría definiendo a la perfección una preciosa combinación entre Juanma y Acuña.

2-0 al descanso. ¿A qué recuerda? A ridículo, a soberbia. A Conquense. La situación se repite, pero el Cádiz ha aprendido la lección. Gracia mantiene a Fleurquin sobre el campo, con su tarjeta reglamentaria aunque menos virulento que en otras ocasiones, y las órdenes en la ducha son claras. Concentración absoluta en defensa y ambición máxima en ataque.

La tónica de la primera mitad impera en la reanudación, adornada con taconazos, caños, fintas y filigranas que hablan de la tremenda diferencia entre ambos equipos. El equipo amarillo roza la humillación pero perdona en el resultado, que se va quedando corto conforme a los méritos contraídos.

Raúl López y Cristian son dos extremos, Juanma y Enrique dos puñales, y el Melilla se dedica a achicar agua cada vez que el balón ronda por sus cercanías. Pelotazo arriba, fácil para Mansilla y Fragoso. Por vez primera en muchísimo tiempo, el miedo no corre por los escalones de Carranza. Los aficionados hasta se olvidan de la lluvia y también se mojan porque no se creen que todo sea tan fácil.

El estado del campo, muy pesado, comienza a pasar factura a las alegres piernas de los futbolistas, sin la frescura de la primera hora. Eso lo aprovecha el Melilla con una tímida incursión que acaba con un cabezazo de Enrique a su propia portería, sin excesivo peligro. Juanma responde en un mano que mano que saca Dorronsoro.

Los minutos caen, sin historia. Únicamente cobran importancia cuando un centro con la derecha de Raúl López muere en la red por un remate al alimón de López y Rubiato. El tercero ya es herida suficiente para no insistir más, pues ya queda confirmada el hambre cadista, voraz, insaciable, que le deja como máximo goleador de la categoría.

El liderato ha de ser cuestión de tiempo. Ya está a un punto de distancia. Lo de ayer, repetible por obligación. Pero gota a gota hasta cavar la roca. Por muy dura que sea.