EMBARCADOS. Muñoz despide a Javi Gracia y Peguero momentos antes de salir hacia Roquetas. / NURIA REINA
Cádiz C.F.

Operación Salida del pozo

El Cádiz regresa a las carreteras de Segunda B ante un humilde Roquetas con el único objetivo de volver cuanto antes a la división de plata

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Operación salida. Terminan las vacaciones estivales. Regreso a la cruda realidad, a la rutina laboral. Jornada de atascos interminables, de accidentes inesperados, adelantamientos insospechados y prisas desaconsejables pero propiciadas por una lógica impaciencia. El camino es arduo, eterno y durísimo, pleno de obstáculos, y contar con una buena carrocería (plantilla) y el mejor motor (la afición) no siempre es suficiente.

El cadismo se ampara en las manos y la pericia de Javi Gracia, al volante de este autobús que en días cercanos sería Mercedes. El pinchazo sufrido a la altura de Cuenca muestra a las claras la peligrosidad de la carretera. En Roquetas, donde se cubre la primera etapa, la calzada es estrecha y el compañero de carril pisará a fondo, crecido ante la posibilidad de una gesta frente a sus incondicionales escasos pero animosos.

Por ello, el chófer navarro prefiere no variar los asientos y contará en su vehículo prácticamente con los mismos que tropezaron ante el Conquense. Se quedan sin el primer viaje, a la espera de que le recojan en otros puntos más adelantados, el canterano Fran Cortés y el lesionado Acuña.

El equipo llega corto de gasolina después de endiñarse varios kilómetros de más con el absurdo rodeo dado en Cuenca (con una prórroga fatigosa).

Juan Solla ha intentado rellenar el depósito de los que hoy pisarán el acelerador para salvar Roquetas sin apuros. Casilla continuará en la parte trasera junto a Cristian, De la Cuesta, Fragoso y Raúl López. Su desastrosa actuación en La Fuensanta da opciones a David García para que salte a la palestra.

Mismo grupo

El GPS Ormazábal deberá indicar el camino hacia la victoria con más tino que el miércoles, cuando no reconocía una calle y su despiste provocó una desorientación que se pagó con la definitiva pérdida. Andará escoltado por Fleurquin, y apoyado en los flancos por Enrique y Juanma, cuya velocidad punta no fue suficiente en el camino hacia la Copa. Adelante el encargado de golpear, el llanero solitario Rubiato, quien aguarda competencia en próximos viajes pero ahora se maneja a solas en el grupo.

Quedan muchos metros por recorrer pero desde el principio es positivo marcar distancias y ocupar las mejores posiciones para no quedarse cortado en algún atolladero. Gracia es de los que madruga para encontrar menos atasco, pero las dificultades a la hora de llenar el autocar han impedido dar celeridad a sus ideas desde el inicio. Hasta hoy queda pendiente el último pasajero, condicionado también por las dos guías de carretera (para las dos divisiones) que ha manejado durante las últimas semanas. Ahora hay que centrarse en el trayecto que les sacará de las vías comarcales y les conducirá a las nacionales, con sus capitales de provincia y todo eso.

En Roquetas se cruza con un bloque modesto, de los más humildes del grupo IV, que cuenta con un individuo que ya bajaron del carro cadista hasta en tres ocasiones. Manolito de Gomar es la cara conocida de este equipo desconocido para el cadismo, pero fácilmente reconocible para los expertos en la categoría.

Recién ascendido

Fuerte en defensa, correoso, luchador, y con la moral por las nubes después de que su primer viaje por la Copa se saldara con una borrachera de triunfo. Recién ascendido, su objetivo es mantenerse en este pozo de bronce puro para los almerienses.

El autobús cadista arranca. Operación retorno a Segunda, salida del pozo. El vehículo amarillo, tras una profunda revisión y renovación, está a punto a falta del último viajero. Hoy comienza a andar. Con la esperanza de que sólo sea un año en la carretera B, que en breve se volverá a la senda de los éxitos. Gracia tiene la brújula para recobrar el norte.