TRADICIÓN. Los almadraberos utilizan la misma técnica de hace siglos para capturar el atún rojo, cada vez más escaso en la zona por el empobrecimiento del caladero. / ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

Las almadrabas temen que las eólicas de Trafalgar acaben con la pesca del atún

Las empresas promotoras de los parques marinos realizan estudios de viabilidad para comprobar el impacto de los molinos en las rutas migratorias de especies protegidas

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Ni la contaminación, ni el agotamiento de los caladeros ha terminado con tres mil años de historia del arte de la pesca tradicional del atún y, curiosa paradoja, ahora se sospecha que sea la energía eólica la que acabe con ella. Desde la época de los fenicios esta especie sigue las mismas rutas migratorias, donde se han instalado las almadrabas de forma estratégica para su captura. La infraestructura se encuentra en las costas de Conil, Barbate, Zahara y Tarifa, las últimas de España. El Estrecho es la puerta para reproducirse en el Mediterráneo y la salida para seguir su camino hacia el Atlántico, en busca de aguas más frías y claras, de ahí la importancia de la ubicación.

Según expertos marinos, el atún es «especialmente sensible» a los cambios electromagnéticos que pueden generar los molinos, lo que influiría en su desplazamiento. De hecho, la propia Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad de Cádiz relaciona la turbiedad de las aguas con el descenso de las capturas como consecuencia del dragado costero que requiere la instalación de aerogeneradores.

Éste es precisamente el temor de los almadraberos de La Janda, los últimos de España, ante los futuros proyectos de parques eólicos marinos en el Cabo de Trafalgar. Desde que se empezó a hablar de instalaciones de molinos en el mar los pescadores ya estaban alerta. Ninguno de ellos tiene título académico, pero conocen mejor que nadie el comportamiento del atún rojo. Actualmente hay sobre la mesa tres proyectos definidos que lideran Acciona, Iberdrola y Capital Energy, que suman casi 2.000 MW de potencia generada por los 500 molinos que tienen pensado instalar en el Cabo de Trafalgar si el Gobierno les da luz verde. El enclave tiene la calificación de «con condicionantes», según aparece en el Estudio Estratégico Ambiental que publicó el Gobierno en diciembre de 2007, lo que quiere decir que los efectos deberán ser analizados en una fase posterior al proyecto.

El presidente de la Organización de Productores Pesqueros de Almadraba, Diego Crespo, consideró que los aerogeneradores van a entorpecer la migración de los atunes, lo que «perjudicaría mucho a las cuatro almadrabas que operan en la zona». Precisamente esta técnica tradicional «es fija y depende de la cantidad de peces que se desplacen por la ruta en la que se encuentran las instalaciones de pesca», precisó Crespo, por lo que un cambio de ruta del atún rojo «daría al traste con toda nuestra industria». Las almadrabas generan 400 empleos directos y otros 200 indirectos y tiene una cuota de facturación que ronda los 12 millones de euros.

El mismo temor de los pescadores lo comparte la organización conservacionista WWF/Adena, favorable al desarrollo de la energía eólica marina, pero «aplicable a zonas ya degradadas, no en entornos de riqueza ecológica», tal como manifestó el coordinador de mares y pesquería, José Luis García Varas. El ecologista se mostró convencido de que «por muy pequeña que fuera la afección de los campos electromagnéticos sobre los bancos de atunes daría al traste con la pesca de las almadrabas».

El atún rojo es una especie protegida, la captura indiscriminada ha dejado los caladeros casi despoblados y «la manera más sostenible de seguir cazándolo es la pesca artesanal de las almadrabas». Además, este sistema es un «buen indicador del comportamiento y la situación del atún», recalcó García Varas. Ante esta situación, la asociación conservacionista exige que se realicen estudios financiados «para no tomar decisiones desde la falta de previsión y el desconocimiento». En éstas se encuentran las empresas promotoras de los proyectos, pues el propio informe de viabilidad que elaboraron en su día los Ministerios de Industria, Medio Ambiente y Agricultura excluye las zonas de las áreas marinas protegidas para su conservación como las zonas coralígenas.

«El arte de las almadrabas debe seguir vivo», sostuvo el presidente de los Productores Pesqueros. En este sentido, indicó que la industria se está reforzando con la instalación de los túneles de hielo de la empresa Frialba, que se instaló en Barbate y ha cubierto dos temporadas con resultados exitosos. «También se le quiere dar un uso turístico con visitas organizadas durante la pesca, por la que se interesan miles de visitantes», explicó Crespo, que ya ha iniciado con la Junta un proyecto turístico para abrir las instalaciones al público.

Pero no sólo hay preocupación entre los almadraberos, los propios pescadores de la zona han mostrado su rechazo a estas instalaciones, por la dificultad que supondría para la navegación y la reducción de los caladeros de Conil y Barbate ricos en urta, bocinegros, besugos de la pinta y doradas. El patrón mayor de la Cofradía conileña, Diego Ponce, manifestó su rechazo a los molinos en Trafalgar e insistió en que «disponemos de una zona con muy buenos recursos y hablamos de un sector que mueve entre 500 y 600 empleos en la zona». Sólo en Conil operan 70 pesqueros que utilizan técnicas artesanales para las capturas. Ponce consideró «sospechoso» que las promotoras aún no hayan presentado estudios en firme que aseguren que las aeroturbinas no afectan a las especies marinas, «porque no nos creemos los 6.000 empleos que prometían».

emartos@lavozdigital.es