EN LIBERTAD. Rafael Ricardi, en el momento de abandonar la cárcel de Topas acompañado por su abogada y rodeado de numerosos periodistas. / ANTONIO VÁZQUEZ
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Ricardi sale de la cárcel tras trece años de condena por una violación que no cometió

Pasadas las tres de la tarde abandonaba la prisión de Topas junto a su abogada y emprendía viaje por carretera a El Puerto de Santa María

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No fue a primera hora, ni a media mañana. Rafael Ricardi salió en libertad condicional, tras una semana de complicada espera para su familia, pasadas las tres de la tarde de ayer. El centro penitenciario de Topas recibió finalmente la autorización del juez de Vigilancia Penitenciaria por la mañana, después de que se completara un último trámite. Y es que el escollo final que ha ralentizado la salida del portuense estaba en garantizar que tiene un hogar que le va a acoger para impedir que se vea abocado a vivir de nuevo en la calle, donde la reinserción en la sociedad es muy complicada.

Precisamente ése fue uno de los motivos que llevó a la Junta de Tratamiento de Topas a dar un primer informe desfavorable a la concesión del tercer grado la semana pasada. Ricardi ha pasado más de una década entre rejas y en completa soledad. Para el centro penitenciario era un preso solo y no les constaba familiares que garantizaran que tiene un vínculo exterior. Pero la primera decisión adoptada en la prisión fue revocada por Instituciones Penitenciarias el pasado viernes, cuando se decidió modificar su régimen penitenciario.

El informe favorable fue remitido a la prisión salmantina y el lunes pasado, como así consta en su expediente, fue elevado al juez de Vigilancia Penitenciaria, que de media suele tardar unos diez días en resolver este tipo de solicitudes. Sin embargo, en este caso se ha reducido casi a la mitad este tiempo debido a la premura que desde la Fiscalía General del Estado e Instituciones Penitenciarias querían darle al trámite. En la documentación remitida por la Junta de Tratamiento se razonaba que el portuense debía obtener la libertad condicional porque cumplía los tres requisitos básicos para conseguir ese cambio en su situación penitenciaria: tiene cumplida más de las tres cuartas partes de su pena -tenía prevista su excarcelación para 2010-, ha demostrado un buen comportamiento en estos años y además tiene un vínculo familiar compuesto por su hija y su hermana. Así lo puso de manifiesto por escrito la letrada de Ricardi, Antonia Alba, que remitió una carta donde daba fe de esta situación personal. Pero el juez necesitaba un compromiso por escrito para garantizar que el portuense no se quedaba solo en esta nueva etapa que se le abre en su vida, y solicitó que su hija firmara su compromiso de acogimiento. Desde Cádiz se envió vía fax este escrito que se incorporó a la autorización final que dio el juez.

En Topas, ya tenían previsto, como así informaron fuentes directas del centro a principios de semana, que la salida del portuense no se iba a producir antes del jueves o el viernes y finalmente se ha cumplido esa previsión inicial. Desde primera hora de la mañana de ayer, decenas de medios de ámbito nacional y otros de difusión en Salamanca y Cádiz se congregaron en la puerta de la cárcel a la espera de que el preso quedara en libertad a partir de las nueve de la mañana.

Las horas fueron transcurriendo y a cada instante salía una nueva información que indicaba que Ricardi estaba a punto de salir. Sin embargo, no fue hasta que se supo que se le había dado la orden al gaditano de que recogiera sus efectos personales y los funcionarios comenzaron a cerrar el resto de celdas de su módulo, como medida de seguridad, cuando los periodistas tuvieron la confirmación definitiva.

A los pocos minutos de conocerse que la noticia estaba a punto de producirse, la letrada de Rafael llegó en su coche particular acompañada de otra persona. Llevaba desde el día anterior en Salamanca cerrando los últimos trámites para poder traerse a su patrocinado de vuelta a El Puerto. Nada más franquear la puerta de acceso, salió en compañía de su cliente quien apenas esbozaba una leve sonrisa, aunque evidenciaba alivio en sus gestos. Alba confirmó a este periódico que no quieren conceder entrevistas y que quieren celebrar una rueda de prensa donde Rafael pueda hablar y contestar a cualquier pregunta. A duras penas, debido a las decenas de cámaras que les impedía alcanzar el coche, fueron avanzando. A excepción de un par de frases, Ricardi sólo asentía con la cabeza. De golpe y porrazo había dejado de ser un preso anónimo más, de quien nadie se acuerda, al personaje mediático de las últimas semanas. Una presión que preocupa entre aquellos que han estado en contacto con él a diario, ya que temen que no sepa adaptarse a la nueva vida que le espera en su ciudad natal. De ahí que se haya insistido tanto en garantizar que tiene un hogar fuera de los muros de Topas, explicaron fuentes judiciales.

Finalmente fue ayudado para que entrara entre empujones en el coche que le llevó directamente hacia El Puerto, donde su hija Macarena lo esperaba para recibirlo tras años sin ni siquiera haberlo visto a través del cristal de los locutorios de la cárcel. Ella misma reconocía días atrás que su último recuerdo data de cuando era pequeña, después de que fuera detenido. Ahora les queda por delante la dura tarea de recuperar el tiempo perdido.

stubio@lavozdigital.es