RODEO. Una trabajadora del Puerta del Mar, vestida con el uniforme sanitario de trabajo, camina por una calle cerca del centro hospitalario. / E.S.M.
CÁDIZ

La polémica de las faldas de Pascual pone en el ojo del huracán a los empleados del Puerta del Mar

La prohibición de salir a la calle con el uniforme de trabajo no impide que decenas de ellos lo hagan a diario sin problemas El SAS, responsable de hacer cumplir la normativa, evita pronunciarse al respecto «por el momento»

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Médicos, enfermeros y celadores del Hospital Puerta del Mar de Cádiz, dependiente del Servicio Andaluz de Salud (SAS), desoyen a diario la prohibición de usar el uniforme sanitario fuera del recinto hospitalario. La denominada guerra de las faldas en la clínica San Rafael ha puesto, de rebote, a estos profesionales en el ojo del huracán, ya que si bien no hay problemas en cuanto a los uniformes en si, sí que los hay sobre el uso que se hace de los mismos fuera del hospital.

Cada día, el personal sanitario del centro hospitalario de referencia en la provincia deambula a sus anchas por el exterior del recinto, ante la mirada impasible de los agentes de seguridad privada que velan por el orden en las instalaciones.

Vestidos con batas blancas, pijamas e incluso con los zuecos que calzan en el quirófano, decenas de facultativos fuman sus pitillos apoyados en la pared exterior de las Urgencias. Mientras, otros charlan en la calle, aprovechando la media hora de descanso.

«Yo no suelo salir a la calle vestida así; pero reconozco que da pereza bajar hasta los vestuarios para hacer cualquier pequeño recado fuera del hospital», decía Milagros, una enfermera vestida con la bata blanca de trabajo, mientras charlaba con unos familiares en la acera, a más de diez metros de la puerta.

El personal sanitario sabe que existe una norma (es del año 1997) que les obliga a dejar el uniforme en las taquillas antes de abandonar el hospital. «La norma nos prohíbe salir más allá de la puerta del hospital con el traje sanitario, porque existe peligro de contagio de enfermedades», reconoce Milagros. Pero son muchos los que hacen oídos sordos.

Inspección de Trabajo

La guerra de las faldas de la clínica San Rafael explica por qué la desobediencia de los médicos centra ahora el debate sanitario. Una decenas de trabajadoras del centro fueron sancionadas por la empresa -perdieron un plus de productividad de 50 euros- por negarse a vestir falda y cofia. Esta rebeldía, que llegó a los sindicatos, precipitó que la Inspección de Trabajo reclamara a José Manuel Pascual un estudio sobre los riesgos para la salud en la clínica.

El documento, además de detallar que la cofia «no es la fórmula más eficaz de recoger el pelo de los profesionales» y de obligar a la empresa a «cambiar esta prenda por otra opción, como el gorro sanitario», concluye que los trabajadores tienen que colgar el uniforme antes abandonar la clínica. Lo mismo que dice el reglamento sobre la protección contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo (artículo 7 del Real Decreto 664/1997). Una norma que se aplica en las clínicas y hospitales de todo el territorio nacional... o en casi todas.

Médicos en el bar

Sin embargo, la legislación no parece afectar de momento al Hospital Puerta del Mar, donde los médicos se saltan a diario este reglamento. Y a plena luz del día.

Por su parte, el Servicio Andaluz de Salud prefiere «no pronunciarse» por el momento, como afirmaba ayer una portavoz a este periódico.

En la calle, de vuelta a los alrededores del centro sanitario, un simple vistazo permite diferenciar a una decena de médicos y otro personal sanitario que, con el uniforme puesto, aprovecha su descanso para apurar sus pitillos.

Las escapadas de enfermeros se extienden por la calle Ejército de África donde es frecuente encontrarles en bata tomando café junto con otros clientes en el bar de la esquina. «Algunos vienen a desayunar y otros a merendar», asegura Jesús Zuaza, de 39 años, camarero de la cafetería Victoria. Para Jesús se ha convertido en algo habitual. «No entiendo que a nosotros se nos exijan unas medidas de limpieza cuando vamos a visitar a un familiar ingresado, y ellos bajen de la UCI a desayunar con el uniforme puesto; y vuelvan a los quirófanos vestidos igual», apunta Jesús.

evasanmartin@lavozdigital.es