carnavales de cádiz 2007

Crónicas repelladas de José Monforte: Operación caballa

La Policía Local desarticula una trama que engordaba boquerones con palitos de cangrejo siliconados para venderlos como caballitas caleteras

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El grupo «Don Evelio» de la Policía Local de Cádiz dedicado a la lucha contra la mafia organizada ha detenido a 700 personas involucradas en una peligrosa trama de delincuentes que se dedicaban a inyectarle palitos de cangrejo a los boquerones para luego venderlos como si fueran caballas.

La operación, que ha finalizado hace 10 minutos, el tiempo de escribirlo, fue bautizada por el subcomandante Miranda, al mando del operativo como un éxito sin precedentes en la historia de los guardias municipales del mundo porque con nosotros han colaborado «la interpol, el FBI, los mozá esos israelitas, los carabineri italianos y los guardajardines del paque Genovés». ¿Subcomandante, subcomandante, qué ha sido lo más difícil? gritó un periodista desde el fondo de la multitudinaria rueda de prensa «pues meterlos en la furgoneta, usté, porque eran 700.»

El complejo dispositivo se inició con la detención de Ernesto .I.I., de 42 años, alias «El Carcamonía» que dirigía el cotarro desde un piso de protección oficial de Astilleros. Este peligroso delincuente es conocido por este apodo porque lleva los brazos tatuados con varios dibujitos de Espinete.

Al parecer la banda adquiría boquerones y los transportaba de inmediato al domicilio del Carcamonía. Allí, dos brutos en pie, cogían al boquerón, uno por la cabeza y otro por la cola y lo estiraban hasta el largo de una caballa caletera. Una vez hecho esto le inyectaban palitos de cangrejo en estado siliconado hasta conseguir que los boquerones parecieran el popular pez caletero. Al parecer lo que hizo sospechar a los agentes fue la aparición de varios vendedores callejeros de pescao que tenían una peculiaridad y es que, para darle aspecto de veracidad, los delincuentes le habían puesto a las caballas en el lomo un sello que ponía «Made in La Caleta». Uno de los agentes, perteneciente al PLI (Policía Local Inteligechion), hizo incluso una prueba forense y asó la caballa del sello en dependencias policiales y ante la presencia de varios peritos asadores comprobando que aquello encogía más que un yersi de polyamida al 80% después de un lavao en caliente.

La complejidad del caso hizo que el concejal de Policía Local decidiera encargar las pesquisas a su equipo de élite, el famoso grupo «Don Evelio», especializado en delincuencia más bien económica, que ya descubrió la famosa trama de los yersis falsos del Piojito y el de la red de peluquerías que hacia pli* con tinta de chocos medio porios.

Los «Don Evelio» establecieron un sistema de vigilancia muy intensivo que permitió comprobar como los vendedores de falsas caballas salían con las cajas desde un piso de los antiguos terrenos de Astilleros. Asimismo lograron una muestra de ADN de una pizza de atún de la Bella Italia que habían pedido los delincuentes. Los miembros del PLI lograron extraer un pelo del bigote del Carcamonía que se había quedado entre el queso mozarela de la pizza y tras consultar con el archivo del FBI llegaron a la conclusión de que el pelo gratinado correspondía a Ernesto I.I., calificado como gran cafre internacional por las policías de medio mundo.

El propio Ingunza estableció entonces duras negociaciones con la Junta de Andalucía para que le dieran los planos de la casa, pero estos no tragaban porque se creían que el Ayuntamiento lo que quería era ver los metros cuadrados de los pisos. Al final todo se solucionó con una cumbre política de gallo rebozao que se comieron en el Terraza el concejal y el delegado de Obras Públicas Pablo Lorenzo que, a los postres, le entregó los planos. «Perdona Evelio. Esta mancha que tiene el plano no es un defecto de construcción es que se me ha caio un poquito de mayonesa del gallo”.

Una vez con los planos en su poder, el grupo, tras entrenarse cuatro días en el pabellón Portillo, se dispuso a asaltar la casa de Astilleros. «Tuvimos un pequeño problema, narró el subcomandante Miranda, Claro, nosotros, como la cosa está chunga de presupuesto, no tenemos pasamontañas como la Ensalsa y los mosos de cuadra. Entonces quedamos en ponernos todos yersis de cuello alto y no doblar la parte de arriba con lo que nos llegaba hasta la nari. Con los cascos de motoristas que nos habían dejado los de tráfico y unos plebo de madera que nos habíamos puesto en el pecho cogíos con cinta aislante a modo de chalecos antibala, pues de tipo íbamos bien, la verdad. Pareciamos geos, pero de pequeña ciudad costera. Totá que le di una patá a la puerta como si fuera la Mula Francis y le di el alto a los delincuentes, pero claro, con el yersi de cuello alto en la boca, no se me entendía ná. Entonces al primero que ví le metí el deo en el ojo e, inmediatamente todos levantaron las manos».

La teniente Nancy, que tiene el marío de Oklajoma, les leyó los derechos en españó y en inglé. Rezamos un responso por los boquerones fallecidos y pal talego. Le pedi al cabo el walky y procedí: «Subcomandante Miranda para Don Evelio en jefe. Cambio». «Te escucho PLI 1, te escucho». «Gol en Carranza, Don Evelio». «Bien Pli Uno. Dé por cerrada la operación y vayan a Pelayo a tomarse unos fideos con caballa». «Perdone, Don Evelio...no le podría echar Pelayo a los fideos unas gambita, mejó».

* Pli o darse un pli: nombre que recibe en Cádiz el complejo tratamiento capilar unisex, realizado especialmente en establecimientos de esteticiene, por el que se logra que el pelo de un color, más bien guachi, obtenga otro color más vistoso ya sea por métodos químicos o, directamente, por aplicación de barniz.