el apunte

Un verano para la reflexión

Todos los indicadores turísticos hablan de un éxito con pocos precedentes, de cifras anteriores a la mala racha, de un sector fuerte y sano que la provincia de Cádiz tiene que acostumbrarse a rentabilizar

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Se ha dicho tantas veces que resulta difícil atender y creer. El turismo es el único sector económico estable que le queda a la provincia de Cádiz. Es el que mejor se comporta en las etapas de crecimiento y el que menos cae en los años de recesión. Tiene una estructura sólida que se alimenta por distintas vías, desde Alemania a Extremadura, desde Italia hasta el País Vasco pasando por Madrid y Sevilla, incluso por los consumidores gaditanos que apenas deben hacer kilómetros para encontrar una oferta deslumbrante.

Las cifras hablan de un verano asombroso. Pocas veces se han dado estas cifras de visitas, viajeros, llegadas, pernoctaciones y cualquier otro parámetro que quiera escogerse. Las excusas se agotan. Los veraneantes vienen cada vez más, de todas partes y repiten.

Algo habremos hecho bien y, sobre todo, queda mucho por mejorar. A pesar de esta realidad, algunos sectores de la hostelería en algunas localidades de la provincia aún parecen resistirse a la profesionalización, parecen poner trabas al éxito, a la evidente posibilidad de rentabilizar tanta clientela.

Aún son muchos los que ponen excusas y se lamentan de que los ingresos no son los que quisieran, de que los hábitos de los que llegan no son todo lo lujosos y derrochadores que les gustaría. Es asombroso que aún sobrevivan quejas y reparos a una fuente de riqueza tan sólida, tan indiscutible y persistente.

Aprovecharla es el reto de una sociedad gaditana que quizás por hábitos culturales antiquísimos aún mira de reojo a este sector. Por más que crece, por más que trae, por más que brilla y por más que muestra síntomas de solidez.

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