Monumento a la cobijada justo al lado del casco histórico de Vejer, al fondo la ciudad nueva
Monumento a la cobijada justo al lado del casco histórico de Vejer, al fondo la ciudad nueva - R. MAESTRE

En Vejer de la Frontera no hay «burkinis», pero sí cobijadas

Las tapadas fueron prohibidas por la Segunda República en 1936 porque suponían un peligro para la seguridad

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«La Mantilla es el tocado femenino aborigen de Iberia […] la cara tupida o tapada, o sea, el rostro así envuelto, fue siempre respetado en España, de la misma manera que Mesalina envolvía bajo el manto de modestia sus adulterios imperiales. Este camuflaje es indudablemente de origen oriental […]; y no se crea que la costumbre está pasada de moda en Andalucía, porque sigue practicándose en Tarifa, donde las mujeres siguen usando la Mantilla de la misma manera que las árabes el burka». Quien esto escribe en 1845 es el escritor romántico Richard Ford en su «Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa». En Tarifa, en Conil, en algunos pueblos del Campo de Gibraltar, pero sobre todo en Vejer de la Frontera, la cobijada o tapada era un traje femenino en el que la mujer vestía cubierta íntegramente dejando sólo a la vista un ojo, generalmente el izquierdo.

Según los estudios etnográficos la cobijada o traje de manto tiene un origen castellano, entre los siglos XVI y XVII, aunque por su composición es indudable que mantiene reminiscencias islámicas.

En Vejer de la Frontera es donde esta tradición de los pueblos de la provincia de Cádiz pertenecientes a La Janda más se ha estudiado. De hecho, justo al lado de una las cuatro puertas de la muralla que rodea el casco histórico se encuentra el monumento a la cobijada vejeriega. Es por eso que, curiosamente, al ver esta imagen, nos devuelva a la actualidad del «burkini» o de la indumentaria como forma de sometimiento del varón sobre la mujer en la cultura islámica.

El uso cotidiano de la indumentaria de tapada finalizó oficialmente en el año 1936, cuando fue prohibida por el gobierno de la II República. La prohibición, que resultó ser la definitiva ya que antes habían existido otros intentos, venía a sumarse a una lista de normas y decretos que trataban de eliminar en toda España el empleo de prendas que pudieran disfrazar la identidad. Asimismo, se trataba de evitar el trasiego de armas escondidas entre las ropas. Después de la Guerra Civil hubo amagos de recuperar la cobijada, pero los trajes habían sido reutilizados para confeccionar prendas masculinas y ropa de cama. No obstante, aún se conservan algunas cobijadas originales, como la que se encuentra en el Museo del Traje de Madrid, en la actualidad parcialmente cerrado por una reforma.

Recuperado en 1976

El traje de «cobijá», como se le conoce popularmente, está compuesto por unas enaguas blancas con tiras bordadas, una blusa blanca adornada con encajes, una saya negra sujeta a la cintura, a la que le sobresale el encaje bordado de las enaguas. Y un manto negro fruncido con un forro de seda que cubre a la mujer totalmente, excepto un ojo que queda al descubierto. El uso del traje se recuperó en el año 1976 y actualmente se utiliza en las fiestas patronales, que se celebran del 10 al 24 de agosto.

En Vejer, que no quiere perder una de sus identidades más representativas, se elige además, a la cobijada mayor y la infantil, que con el traje típico –sin la mantilla de arriba–, representarán durante el siguiente año a la mujer vejeriega en numerosos actos protocolarios. Entre ellos, el sorteo de las Hazas de Suerte, donde cada cuatro años los vecinos pueden disfrutar –si les toca–, de terrenos agrícolas comunales. Este privilegio se debe a la situación fronteriza de Vejer, cuando los pobladores estaban en continuo peligro ante las amenazas de las tropas enemigas. Por este motivo, a los vecinos se les otorgó una serie de privilegios, por concesión de la corona, entre ellos el gozar y utilizar las tierras, aguas, montes y pozos de la villa.

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