Susana Díaz en un acto del PSOE andaluz con motivo del 28-F
Susana Díaz en un acto del PSOE andaluz con motivo del 28-F - RAÚL DOBLADO
LAS PRIMARIAS DEL PSOE

El perfil de la candidata Susana Díaz: «todo por el partido»

La presidenta se postula como el eslabón generacional del PSOE clásico

SEVILLA Actualizado: Guardar
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«Yo no tengo 24 horas para dedicar al partido como ella». El lamento de un fiel contrincante de Susana Díaz resume en una certera frase el perfil político de la presidenta de la Junta de Andalucía: papel secante. El PSOE es su vida y bien que lo corrobora su currículum. Su lugar de nacimiento político son las Juventudes Socialistas y la sede de la Agrupación de su barrio, Triana; aunque para ser puristas, Susana Díaz es de El Tardón, un barrio del barrio más famoso de Sevilla. Solo tenía 17 años.

A los 19 ya sabe lo que es compatibilizar un cargo orgánico -la secretaría de organización de las Juventudes en Andalucía- y otro institucional -concejal de Juventud y Empleo del Ayuntamiento de Sevilla-, donde también ocupó una tenencia de Alcaldía como responsable de Recursos Humanos.

Desde entonces ha concatenado cargos públicos y orgánicos sin descanso. Mientras sus compañeros estaban estudiando o buscaban su primer empleo, ella apostó todo a la política y a pesar de su exigente progresión de despacho en escaño concluyó la carrera de Derecho diez años después de matricularse. A la presidenta no le gusta ahora que se lo recuerden, pero su primera iniciativa política de calado fue proponer la construcción de un macrobotellón como espacio ideal para el ocio y la cultura juvenil. Nunca se construyó.

Lo ha sido casi todo en el partido en Sevilla y Andalucía, además de haber presidido el Consejo de Política Federal del PSOE. Su bagaje político alcanza también a todas las Administraciones, porque Susana Díaz ha sido, además de concejal (1999-2004), diputada en el Congreso (2004-2008), senadora (2011-2012), consejera de Presidencia de la Junta de Andalucía (2012-2013) y parlamentaria andaluza desde el año 2008. Y desde 2013 «la presidenta».

El poder de la experiencia

Nadie puede poner en duda su experiencia política. Tampoco su afán de supervivencia y superación en ese difícil ámbito de la política, en la que ha demostrado dotes de mantis religiosa por los «cadáveres políticos» que ha dejado en su entorno mientras ascendía en el escalafón. La nómina de mentores y colaboradores que quedaron en el camino es demasiado extensa y contiene nombres ilustres del partido como los de los expresidentes de la Junta de Andalucía (y del PSOE) Manuel Chaves y José Antonio Griñán -que le cedió la presidencia de la Junta-, ambos procesados ahora en el caso ERE y bastante distanciados de la presidenta. No hay que ir más lejos, Susana Díaz y la potente federación socialista andaluza apoyaron a Pedro Sánchez como secretario general y desde hoy le señalarán el camino al desfiladero.

Susana Díaz se ha proyectado como lideresa de un PSOE clásico, que reniega del populismo, centrado y garante de la unidad de España

Durante los últimos años, Susana Díaz se ha proyectado como lideresa de un PSOE clásico, que reniega del populismo, centrado y garante de la unidad de España, esa palabra que no evita y que le proyectó en Madrid como esperanza de un socialismo que se estaba despeñando en su estrategia de competir con la izquierda radical. El aparato histórico socialista Felipe González ,Rubalcaba y Zapatero, le apoyarán en el acto de Madrid con el que la «ingeniera en aparato» comenzará su carrera a las primarias para dirigir el PSOE. Sus adversarios, para desgastarla, la señalan como la candidata de la derecha, pero Susana Díaz es, sobre todo, socialista. Quienes la conocen también saben que si algún día tiene que pactar con Podemos para mantener el poder lo hará. Y será capaz de explicar a la inversa lo que hasta ahora ha manifestado de la otra izquierda. Condición indispensable de todo animal político.

El «salto a Madrid» de Susana Díaz con un enfrentamiento a campo abierto es una experiencia a la que no está tan acostumbrada. Díaz, que llegó por vía digital a la presidencia de la Junta, no se ha desgastado en las urnas, prefiere el método de la aclamación. De sus escasos saltos al vacío destaca el adelanto electoral de las autonómicas en 2015 con el se zafó del gobierno de colación con IU. Acertó, no solo porque supo anticiparse a la irrupción de Podemos, sino porque ganó las elecciones aunque con el peor resultado histórico del PSOE en Andalucía. Una victoria electoral tan ajustada que no le da para mantener las tradicionales mayorías absolutas del partido que gobierna Andalucía desde hace 38 años, pero que le permite gobernar con cierta tranquilidad gracias a un pacto de investidura con Ciudadanos. Susana Díaz gobierna en minoría, aunque no lo parezca por el poder del que hace gala, un poder que le confiere dirigir con mano de hierro la federación socialista más numerosa (a pesar de lo cual no ha podido evitar un sector crítico) y sobre todo presidir la inmensa maquinaria administrativa de la Junta de Andalucía, una eficaz e inagotable fuente de poder para complementar esa forma impulsiva y vehemente de ejercer como política y que transmite en sus mítines cuando levanta el dedo.

De cerca

Ese perfil de política agresiva convive con la Susana Díaz cotidiana, la que triunfa en sus, desde hace algún tiempo, reiteradas visitas a hospitales, colegios y centros de discapacitados y de las que dan muestras infinidad de fotos diarias con abrazos, besos y miradas cómplices. Susana Díaz no ha renegado de sus orígenes, de ser «chica de barrio» e «hija de un fontanero» (como la genética tiene caminos inescrutables, dicen que es experta en la fontanería del partido). Ni siquiera tuvo reparos en declarar en la comisión parlamentaria que investigaba el presunto fraude de los cursos de formación que se había casado «con un tieso». Su embarazo y el nacimiento en julio de 2015 de su único hijo fue seguido como el de una estrella por la prensa. En su declaración de bienes aparecen dos pisos, dos coches (un todoterreno y un pequeño utilitario). Y su última declaración de la renta le sale a devolver, como a cualquier persona normal, «del pueblo», la imagen que le gusta proyectar. Susana es bética, de la hermandad de la Esperanza de Triana y rociera. Aunque su verdadera devoción dice que es Andalucía, hasta el punto de que es capaz de hacer creer que las críticas que recibe ella como presidenta se las hacen a todos los andaluces, «¡como si fuera una reina madre!», exclama su fiel contrincante. ¿Sólo le faltaba reinar? Susana Díaz, por ser, ha sido hasta reina maga Baltasar en la cabalgata de su barrio.

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