La peligrosa ruta de los miles de inmigrantes que llegan a Andalucía en patera

Paul tiene 23 años, el cuerpo roto y una sonrisa en la cara . En los últimos meses ha recorrido 5.500 kilómetros que separan su ciudad natal de Ebolowa, en Camerún, con Algeciras, donde acaba de ser ingresado en el Centro de Internamiento de Inmigrantes (Cie). En el medio año de su viaje ha ido andando, corriendo, nadando, en coche, en camión, en patera y en barco . De este viaje en busca del Dorado europeo guarda cicatrices y golpes. Le han partido la cara, se ha quemado el cuerpo y le han robado. Y aún así, sonríe. Ha llegado a Europa. Es uno de los 16.992 inmigrantes que este 2017 alcanzaron las costas andaluzas en patera.

Paul es el hijo de unos labradores pobres que recolectan en los campos de cacao de Camerún. En Facebook veía a amigos, primos y conocidos que había emigrado a Europa a bordo de una patera. Una vida mejor. Si ellos pueden, yo también, se dice Paul .

Ni la posibilidad de ser deportado, ni las heridas, ni el dinero , ni las mafias pueden evitar que, de todos modos, Paul sonría al llegar al Cie de Algeciras, uno de los dos con los que cuenta Andalucía. Allí pasará 60 días , tras los que le darán una carta en la que le invitan a salir de España. Ya está. Sus amigos le advirtieron que no llevase su pasaporte. Sin ese documento, no hay país al que devolverlo.

Paul, Con ese papel seguirá su ruta hacia el Norte de Europa, como hacen la inmensa mayoría de los inmigrantes que cruzan en patera hasta las costas de Andalucía, 776 en lo que va de 2017 , casi el doble que en 2016 y siete veces más que en 2012. Probará suerte en Francia o en Alemania, donde le han dicho que hay más trabajo. Cuando se conecte a Facebook y empiece a subir fotos, otro joven en Camerún puede que lo vea. Que piense que si Paul pudo, él también. Y así se activa la rueda de la inmigración. Una rueda con la que muchos se hacen ricos. Y otros muchos mueren en el camino.