Menores con móviles
Menores con móviles - DÍAZ JAPÓN
LOS PELIGROS DE INTERNET

«Cuanto más tarde tengan los niños un móvil, mejor»

Los expertos en ciber delitos de Policía y Guardia Civil recomiendan retrasar la edad para que los menores tengan teléfono

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Normas, horario, responsabilidad y valores, son las palabras que más repite Antonio Valdivia, inspector de Policía Nacional de Córdoba y tres años impartiendo el Plan Director. Esto se puso en marcha por primera vez el año 2007, por un acuerdo entre los Ministerios de Educación y el de Interior. Su objetivo principal es la prevención de daños en los menores, a través de la formación preventiva con charlas sobre acoso escolar, violencia de género, drogas y alcohol, bandas juveniles y redes sociales y el uso de internet.

Sobre esta última, la más solicitada en los últimos años –un 43 por ciento–, el inspector Valdivia aclara mucho: «Nosotros los padres somos migrantes, los niños son nativos en nuevas tecnologías». Es por eso que Valdivia insiste en que los padres deben ser los máximos responsables de lo que hagan sus hijos con el teléfono móvil.

«Hay que poner un horario, un niño no puede estar todo el día con el móvil en la mano, hay que establecer premios y castigos y advertir de los peligros que un mal uso de la red acarrea, interactuar con ellos, si nos acercamos a su ordenador y vemos que cierra la tapa algo bueno no está haciendo», continúa.

«Hoy en día pueden ver películas en su móvil, los niños no deben dormir nunca con su móvil en la habitación, sin control alguno de sus progenitores, aparte de que les puede robar horas de sueño que influirán en su rendimiento escolar», explica a este redactor el inspector que cree que debe existir un control de los padres que muchas veces por falta de tiempo no lo hacen o se despreocupan.

¿A qué edad deben tener teléfono?

«Esa es la pregunta del millón», responde Antonio Cordero, guardia civil de Osuna y doce años impartiendo clases en los colegios sobre los peligros invisibles que acechan a los escolares. «Yo no soy partidario de poner una edad, depende de la responsabilidad y madurez del hijo y también en muchos casos de los padres, lo que sí le puedo decir que es el regalo estrella de la primera comunión y que con ocho y nueve años muchos lo tienen ya», añade Cordero.

El inspector Valdivia cree que «cuanto más tarde, mejor, pero tampoco podemos desconectar a los niños del grupo, hoy en día se comunican entre ellos mediante correos y whatsApp». «Ahora bien, que sepan que van a tener un control, no es que vayamos a invadir su intimidad, pero sí saber qué es lo que están haciendo», concluye en este punto.

El guardia civil Cordero piensa que cada niño es diferente, «pero los padres tienen que tener muy claro que el móvil de sus hijos está a su nombre, como la factura de la luz o el agua y que desde el momento que lo pone en manos de su hijo es una responsabilidad más».

«Hay que explicar a los pequeños que acosar no es un juego, es un delito»

Los dos expertos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad coinciden en que el delito que más se comete con diferencia entre los escolares es el acoso. «El problema es que ahora usan las redes y el móvil para ciber acosar, y esto es más grave porque el alcance es mucho mayor, no se dan cuenta de las graves consecuencias y el daño que pueden provocar, incluso con riesgo de muerte», explica el agente de Policía Valdivia. «El acoso escolar es complejo, hay que explicar a los pequeños que no es un juego, es un delito y los profesores tienen que estar encima porque pasan mucho tiempo con ellos –manifiesta el inspector–, tiene que ser continuado en el tiempo, reincidente, un insulto por un penalti fallido no es acoso, y los padres deben ser cautos a la hora de denunciar, no vale cualquier cosa».

Todos llorando

«Me siento muy orgulloso que con mi uniforme de la Guardia Civil me llamen también maestro», declara Cordero a la vez que cuenta una de sus mejores anécdotas en tantos años de servicio; «fue en un colegio cuando les explicaba a los chavales lo que era el acoso y cómo se hacía, les noté muy tensos, entonces de repente, uno se echó a llorar, luego le siguieron los demás y fueron a abrazar de uno en uno a su compañero objeto del abuso, esto me da mucha fuerza para continuar con mi labor», finaliza el agente.

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